Urgen entendimientos superiores para evitar que se frene la consolidación democrática, sin embargo, el escenario político se tiñe con la negritud del petróleo, brota la exasperante discusión que siempre provoca el supuesto afán privatizador de los codiciados veneros envenenados por el nacionalismo obtuso (podrido como los fermentos de los fósiles del pleistoceno).

Un patrimonio que mientras peleamos podría explotar por vías ideológicas, podría desaparecer extraído del Golfo de México sorbido por los  popotes de los estadunidenses.

Salvo la fuga distractora de retomar la idea de la legalización de la mariguana, el fundamentalismo petrolero demuestra ser un asunto más rentable y frenético,  y eso es lamentable,  echará de la vista y de la resolución  nacional los otros muy diversos temas y problemas que no deben postergarse: la conclusión de las reformas constitucionales  y legales emprendidas (complementarias a la energética y a la fiscal).

Mientras tanto, como un  quijote que se lanza a los molinos de viento adverso, el  IFAI  ha tenido que asumir una actitud institucional comprometida con su misión legal y  en admirable unanimidad de su pleno —por encima de las diferencias de sus integrantes— ha decidido sacrificar la comodidad de flotar en la agitada marejada nacional para  no contaminar con su hacer su destino de cara a la reforma que podría venir más tarde que temprano (pero que algún día llegará).

El IFAI ha tenido la categoría de reclamar la legalidad democrática  de la apertura informativa  frente a la PGR y la Sedesol; a la primera para exigirle que explique la verdad sobre los desaparecidos y los muertos por la inseguridad violenta que vivimos, y  a la segunda  para que también responda si la “Cruzada Contra el Hambre” se ha pasado de viva al ocultar gastos o uso del erario para traer a México al carismático ex presidente de Brasil en gira proselitista.

En otras palabras, el IFAI se ha fajado sin importarle el costo político; eso indica que sabe que lo que perdurará de su haber institucional es, al paso de los años, el legítimo orgullo de haber sido factor de certeza frente a la incertidumbre (de esta racha sangrienta del narcotráfico) y factor de escrutinio riguroso frente a la duda razonable que pudo costar al gobierno federal el conjunto de acciones para el primer mensaje presidencial.

Alguien preguntará en el futuro, y si el gobierno lo oculta, el IFAI confirmará: el petróleo se acabó, desapareció, mientras fumábamos mariguana nacional.

Excelsior