Ya escuchamos muchas interpretaciones sobre el resultado electoral. Lo importante ahora es ver sus implicaciones en los temas que en verdad nos importan. Y me refiero a temas muy específicos, no a abstracciones. Uno de los que tenemos a la mano, y que es absolutamente concreto y relevante, es el de los medicamentos contra el cáncer. O más precisamente, su desabasto, que ha afectado a niños y adultos que quizá estén en riesgo de muerte por la discontinuidad en su suministro. Y la pregunta relevante es si el voto tiene el poder de cambiar, por ejemplo, esta realidad. Si el acto cívico, que es derecho y obligación a la vez, del pasado domingo 6 de junio va a cambiar estas cosas. Porque una vota por asuntos tan abstractos como defender a la República de la tiranía, pero también tan concretos como hacer efectivo el derecho del acceso a la salud, a un medicamento o tratamiento que nos pueda salvar. Si el voto no sirve para esto, entonces ¿para qué?

El tema del acceso a los medicamentos oncológicos lo tenemos a la mano porque los padres de familia de niños con cáncer, después de meses, siguen esperando a que se regularice su suministro. Y se movilizan para lograrlo. Los apoyo fraternalmente. Y el tema está aquí también a causa de las declaraciones del subsecretario de Salud, que tiene tantas telarañas ideológicas en la cabeza que no alcanza a comprender que el problema es de política pública y de rendición de cuentas. Un funcionario público que no entiende este ABC debe dedicarse a otras cosas. A la propaganda política, por ejemplo.

Pero el tema importante es si algo puede cambiar en el futuro cercano. Si la rendición de cuentas puede ser más efectiva a partir de los resultados de la pasada elección. Veo algunas oportunidades.

Primero, la Cámara de Diputados. No quiero ofender a los buenos legisladores que han ocupado una curul en nuestra Cámara. Hay un puñado a los que respeto y admiro mucho, porque a pesar del contexto se han mantenido firmes con sus convicciones y, más importante, cercanos a sus electores. Pienso en ellos y veo el futuro al que aspiramos: el de políticos responsables que se saben en sus cargos porque el ciudadano, al que deben servir, los eligió. Dicho lo anterior, debo recordar que la mayoría ha sido veleidosa, dispuesta a venderse al mejor postor. En legislaturas anteriores hubo intercambio de votos por dinero, lo que dio pie a que se acuñara el término moches: “Móchate con una lana y voto lo que me digas”. Los diputados que formarán parte de la siguiente legislatura tendrán que definir de qué lado quieren estar: si se acomodan a los intercambios fáciles o si deciden inclinarse por los intereses ciudadanos.

Situarse del lado de los ciudadanos implica asumir sus funciones a cabalidad. En la elección se le quitó la mayoría calificada al partido del presidente y sus aliados. Se preguntará, estimado lector, si esto abre oportunidades en la política del abasto de medicinas o en otras relevantes para nuestro bienestar. La respuesta es que sí: las decisiones de los legisladores pueden tener un impacto directo en nuestras vidas.

El tema presupuestal es clave. En esta arena se decide en dónde se pone el dinero, que es de todos. Puede ser que en medicamentos o en inversión que implique crecimiento en el futuro, o en rubros que generen poca rentabilidad, como una refinería. Los presupuestos anuales se aprueban por una mayoría simple en la Cámara de Diputados. El partido del presidente la tiene. ¿Debemos tener la expectativa de un cambio? No debe ser ni muy intensa ni muy grande, pero sí, debemos tenerla. Pienso en un tema. Hace unos meses se aprobó la creación de un organismo con funciones de Consejo Fiscal. Esta instancia está pensada para generar análisis técnico y apartidista, para darle a los legisladores elementos que sustenten su toma de decisiones en materia de finanzas públicas.

Los legisladores de oposición están en desventaja en términos de números, pero pueden poner su capital político en dotar de recursos y habilitar plenamente a este Consejo de la Cámara de Diputados, y fortalecer así su posición en la discusión y análisis presupuestales. Sería muy potente tener a un Legislativo realmente interesado en hacer valer sus atribuciones. Sin posturas de sometimiento al Ejecutivo. Estoy segura de que diputados con iniciativa en esta deliberación, bien dotados de evidencia y argumentos, podrían hacer un buen papel.

Al momento de emitir mi voto en la pasada elección pensé en políticas públicas, en las opciones políticas que consideré que podían formularlas de mejor manera. Cuando una vota elige gobierno y un conjunto de ideas que se transformarán en acciones. En esta elección intermedia pensé en cómo el voto se podía transformar en decisiones concretas que afectan nuestras vidas en lo cotidiano. Porque cuando una vota hay una visión sobre el futuro, pero también sobre el presente muy inmediato. Pensé en todos los que necesitan una respuesta de Estado efectiva. No en marrulleros que se pierden en sus soliloquios, sino en aquellos que nos pueden ofrecer algo mejor. Algunos de ellos llegaron a ocupar un cargo de elección popular. Confío en ellos.