No hizo falta aclarar si los recursos de los Fondos y Fideicomisos desaparecidos serían aplicados para los mismos fines o, si como dijo el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, servirían para combatir la epidemia de Covid-19.

Y no era necesario aclararlo porque la mayoría alineada de Morena, Partido Verde y Encuentro Social han perdido todo pudor al momento de obedecer las instrucciones de Palacio Nacional.

La desaparición de los 109 Fondos y Fideicomisos, que dotarán al presidente de más de 68,000 millones de pesos para el manejo discrecional desde el presupuesto del próximo año, es algo sumamente grave.

Primero, porque lejos de ofrecer un manejo transparente y blindado contra la corrupción de esos recursos, como se argumentó para desaparecerlos, se suman al manejo nebuloso y sin control de los programas asistencialistas.

Hay otro problema que no es menor. Esos recursos, que ahora pierden las reglas de operación que contemplaban los fondos y fideicomisos, podrían ser insuficientes en poco tiempo para mantener los altos niveles de gasto de este gobierno.

El Producto Interno Bruto podría caer a doble dígito este año y la recuperación a niveles previos a la pandemia podría tardar tres o cuatro años. Eso implica que los niveles de ingreso también bajarán. Sin embargo, el gobierno no ha renunciado a los incrementos en los gastos de sus proyectos faraónicos y menos al de sus programas asistencialistas.

Cuando ya no haya recursos suficientes para mantener esas partidas y las contribuciones no se hayan recuperado del todo, este gobierno puede tomar su siguiente gran paso de desmantelamiento institucional.

Nadie se puede dar por sorprendido con la desaparición de los Fondos y Fideicomisos, porque el propio López Obrador lo había adelantado desde la campaña. Por lo tanto, nadie podría quedar estupefacto si lo que sigue es destruir el sistema de las cuentas individuales de ahorro para el retiro y que todo ese enorme volumen de recursos pase a la administración del Banco del Bienestar.

El Congreso es una simple oficialía de partes de la 4T y está claro que podrían encontrar los mecanismos para hacer cambios constitucionales para conseguir sus objetivos.

A este gobierno no lo mueve ni una pandemia de sus objetivos de gasto asistencial, fijados desde antes de arrancar el sexenio, así que no habría empacho en buscar cualquier ruta para hacerse de esa bolsa de ahorro de los trabajadores para financiar sus planes de gobierno.

Hay que recordar que, más allá de las iniciativas expresas de los partidos afines a la 4T para apropiarse del manejo de los fondos de las afore, el propio Presidente ya le metió la cuchara al tema de esas administradoras con su iniciativa para bajar las comisiones.

Ese puede ser el “Caballo de Troya” para hablarle al pueblo bueno y convencer a sus bases de que los están robando los voraces administradores particulares, neoliberales y mafiosos del poder, con esas comisiones tan altas. Y que ellos, desde el Banco del Bienestar, les pueden cuidar su dinerito gratis. ¿Cuántos de sus seguidores entenderían el tamaño de la destrucción?

El sistema de cuentas individuales

Nadie podría quedar estupefacto si lo que sigue es destruir el sistema de las cuentas individuales de ahorro para el retiro y que todo ese enorme volumen de recursos pase a la administración del Banco del Bienestar.

Ese puede ser el “Caballo de Troya” para hablarle al pueblo bueno y convencer a sus bases de que los están robando los voraces administradores particulares, neoliberales y mafiosos del poder, con esas comisiones tan altas.

  • 0.92 por ciento es el promedio de la comisión que cobran las afores en México.
  • 0.54 por ciento deberá ser la comisión en las afores, si se aprueba la reforma a las pensiones.

Fuente: El Financiero