Culpar al voto nulo,  por ejemplo, de que la alianza PRI-PV-NA resulte con mayoría en la Cámara de Diputados o porque el PT pudiese conservar el registro (cuando tal situación dependía de las décimas o centésimas) tiene el riesgo de errar en la cuestión central de aquello que quiso ponerse en el centro de la discusión. Los reproches dirigidos a la posición política y a quienes la impulsaron son así, desde una perspectiva estratégica, encarar a molinos de viento.

El cuestionamiento que se planteó por el anulismo se dirige a un problema estructural que afecta por igual a los partidos y su desempeño. En tal perspectiva, el sistema electoral tiene reglas y prácticas que propician y profundizan los problemas de ausencia de buenas alternativas políticas. Por tanto, la anulación del voto intentó destacar la necesidad de modificar tales limitaciones estructurales en la orientación de posibilitar mejores alternativas políticas. Anular para no anular y, si se anula, que tenga un efecto para mejorar la competencia.

Así pues, el esfuerzo de enfocar las baterías contra los anulistas es digna de mejores causas. Insisto en que hay una gran coincidencia con otra de las manifestaciones relevantes en las pasadas elecciones: El voto de castigo. Una y otra son segundas opciones. El voto de castigo opta por el mal menor o por la alternancia de los males.

La búsqueda de alternativas tiene que ver con sacar a los actores políticos de su zona de confort propiciada por las reglas y por las prácticas de los órganos y los tribunales electorales. Dicho en términos coloquiales se trata de cómo se establecen las condiciones para tener mejores capitanes de navío. Dice el dicho que ningún navegante experto se hace en mares tranquilos.

Tratándose de discusión política y de debates sustanciosos, las aguas actuales son las de un estanque. Por ahora no  hay debate en el que se contrasten proyectos políticos, se precisen problemas y se presenten soluciones. Hay política sin política, entendida ésta como el ámbito en el que se tratan los problemas de la polis. El modelo de comunicación política se ha vaciado de comunicación y de política. Las energías de los partidos y candidatos para polemizar se han consumido en acusaciones sobre agresiones mutuas, violaciones a la ley recíprocas, etcétera. Si no hay un claro triunfo en las urnas, los esfuerzos se canalizan a preparar litigios electorales. Se requiere cambiar las reglas del modelo de comunicación política, terminar con lo pernicioso del spot y, por tanto, que la discusión de fondo se dé y sea relevante.

Los candidatos independientes son nuevos actores. La experiencia de Kumamoto, por novedosa, tiene su pedagogía: Lo elevado de los requisitos de entrada a nuevos competidores condujo a un fuerte trabajo de base. A la larga tal trabajo de vinculación con los representados, la integración de un equipo, lo valioso de las propuestas, rescata el sentido de la política y curte personajes y proyectos. Pero los independientes sin organización tienen su límites.

Que alguien se postule y se considere en la capacidad de decidir no ya sobre sí, sino de asuntos concernientes de la vida de otros es una gran pretensión. Debiera haber responsabilidades proporcionales a tal responsabilidad. Y quienes participen debieran estar dispuestas a asumir compromisos.

Por ejemplo, debe examinarse si las reglas para permitir el salto de un cargo a otro, o el traslado de un partido a otro, tienen los resultados que se esperaría en una sociedad que compromete sus recursos económicos para subsidiar a los políticos profesionales. O, en cambio,  debieran establecerse restricciones para concluir y responsabilizarse por los resultados de su cargo. Si  optan por la vía  partidaria, sería razonable pedirles se comprometan con la ideología, la militancia, su vida partidaria.

El financiamiento a las elecciones debe también tener cambios profundos, sobre esto machaconamente debe insistirse. Ligar el financiamiento a salario mínimo y al padrón es irresponsable. En el financiamiento debe considerarse el abstencionismo y los votos nulos. A mayor abstencionismo y votos nulos, menor financiamiento.

En cuanto a las prácticas institucionales, la experiencia respecto al Partido Verde, permitirá hacer un balance ex post sobre el papel del INE y del Tribunal Electoral y su eficacia para disuadir o no conductas ilegales.

@jrxopa

Fuente: La Silla Rota