La ex presidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información y actualmente investigadora en la Unidad de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Jacqueline Peschard subraya que si bien la transparencia suele ser un inhibidor de la corrupción, en México esta condición no se ha alcanzado plenamente, pues faltan controles efectivos sobre la deshonestidad. Sin la polémica sobre la Casa Blanca plenamente disipada agrega: Hay un discurso oficial deslegitimado (sobre la corrupción), en el que no se genera ninguna credibilidad.

Entrevistada sobre la coyuntura actual en materia de transparencia y corrupción, para Peschard el retraso de la respuesta presidencial (sobre la casa de Angélica Rivera) y la falta de explicaciones sobre la licitación del tren México-Querétaro son factores negativos: Si todo estaba bien, por qué cancelaron la licitación; si la casa estaba bien, porqué el retraso en la explicación, aunque eso no quita el conflicto de interés ni el mal procesamiento público.

Un contexto que, asociado a los hechos ocurridos en Iguala, a las masacres perpetradas en el país, le lleva a reconocer un desgaste institucional, en todas sus vertientes. La falta de vigencia del estado de derecho es totalmente un problema en el país. ¿Dónde está el imperio de la ley?

–¿Hay una deslegitimación de las instituciones?

–Creo que sí. Hay un desgaste en las instituciones, pero hay que asumir que la única salida real, es precisamente a través de las propias instituciones.

–¿Percibe falta de liderazgo para salir de esta coyuntura?

–Totalmente, pero ausencia de liderazgo no solamente en el gobierno, también en la oposición y eso ya es un punto crítico.

Estamos en una crisis de capacidad institucional: la Suprema Corte de Justicia de la Nación hace su trabajo, pero no se ve cómo pueda liderar algo; la Comisión Nacional de los Derechos Humanos enfrenta en los años recientes un desprestigio y deslegitimación terrible; el Congreso difícilmente puede ser un líder que convoque a un gran pacto social. Creo que el Presidente debió de hacerlo, pero llama la atención que en su decálogo estuvieron todos los gobernadores, pero después resulta que no hubo consenso en torno a él, mientras los partidos ya no fueron con él.

Doctora en ciencia política y también ex consejera del desaparecido Instituto Federal Electoral, Peschard advierte que 2015, año electoral, se vislumbra “muy preocupante. Todos piensan que lo electoral es el eslabón más básico, porque no es lo sustantivo, pero es lo más frágil del régimen. Yo me imagino que no pudiera haber elecciones en Guerrero o en otra entidad y ¿no haya nada preventivo?

Que la gente se aleje de las urnas sería el mal menor, pero lo que preocupa es que se pueda aprovechar el momento electoral para poner en jaque a las instituciones. No es que no sepamos organizar elecciones, sino que este contexto ex muy atípico, particularmente excepcional, con los partidos desprestigiados y los nuevos que no levantan.

…Nota completa en: La Jornada