Un programa de becas a estudiantes de la Ciudad de México podría esconder un fraude millonario que involucra de lleno a políticos del PRD, la izquierda mexicana. La Asamblea local creó en 2011 un fideicomiso para becar a 45.000 jóvenes pero, dos años después, apenas 2.700 las han recibido y la mayoría del presupuesto, 250 millones de pesos (19 millones de dólares), se ha esfumado.
La izquierda gobierna en el DF desde 1997 y en ese tiempo ha destacado por sus políticas progresistas, patentes con la aprobación del matrimonio homosexual o el aborto, de difícil encaje en otras zonas del país. Ese discurso moderno y progresista le diferenciaba del PRI, más asociado históricamente a la corrupción. Sin embargo, episodios como este u otros vividos en los últimos años enturbian la imagen de sus propósitos.
Sergio Aguayo, un reputado académico, ha estado indagando cuántos casos de corrupción han sido denunciados en el último año en el comité de ética del PRD. Ninguno. “En la izquierda mexicana hay gente honesta pero incluso los honestos no han sabido enfrentar a sus compañeros corruptos de la manera que se requiere. Lo que estamos viendo con las becas no es un caso aislado, es un patrón de conducta”, conviene Aguayo. En la memoria de todo el mundo está grabada la imagen de René Bejarano, un destacado líder de la izquierda del DF, llenándose los bolsillos con el dinero que le daba un contratista, o el enredo de Mauricio Toledo, el delegado de Coyoacán, un barrio residencial, a cuentas de la construcción de una gasolinera.
El asunto de las becas es especialmente sensible en México, a la cola en los informes educativos de la OCDE. De cada 100 niños que estudian primaria solamente 62 terminarán y 13 llegarán a la universidad. No existe un censo gubernamental del total de escuelas ni los profesores a los que se les paga, lo que da una idea del descontrol existente. El presidente, Enrique Peña Nieto, ha aprobado una reforma educativa en el Congreso que prevé la evaluación de los maestros y recuperar el control de la educación, en manos durante décadas de un sindicato corrupto. Dos millones de alumnos estuvieron sin clases al inicio del curso debido a las protestas de los maestros, que todavía hoy día continúan.
El beca-gate, como ya se conoce el caso, apenas está empezando a desenmarañarse. El presidente de la Comisión del Gobierno, Manuel Granados, impulsó una auditoría para descubrir que tres empleados encargados de manejar estas cantidades hicieron desaparecer la documentación donde constaba la información sobre las ayudas. Granados recibió el jueves la información bancaria del fideicomiso y encontró un pago sin justificar de 4 millones de pesos a una sola persona, según detalló a este periódico.
Ante los requerimientos de la comisión investigadora que comanda Granados, las universidades y centros que habían recibido los fondos hicieron llegar al parlamento una lista de más de 7.000 jóvenes que habían logrado las becas. Un documento llenos de nombres y apellidos imposibles de verificar. Los legisladores lanzaron a continuación una convocatoria para que los estudiantes se presentaran con su expediente y los comprobantes de los montos recibidos. Solo han aparecido 2.700.
Las becas se crearon durante la anterior legislatura presidida por Alejandra Barrales, del PRD, ahora senadora. La que fuera presidenta del sindicato de sobrecargos de vuelo y posteriormente, ya en política, buscó sin éxito ser candidata a alcaldesa del DF, acordó con el voto de otros 66 diputados lanzar este ambicioso proyecto que tenía, entre otros objetivos, buscar un mejor futuro para los ‘ninis’, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. El programa ha terminado cancelado por los legisladores que le sucedieron pero Barrales, según dijo a Punto de Partida, el programa de Denise Maerker que está investigando el destino de los fondos, no tiene constancia de que descarrilase: “No tengo ningún requerimiento de que haya algo informal”.
El fideicomiso contó también con la supervisión del izquierdista Adolfo Orive, del Partido del Trabajo (PT). Una parte del dinero se destinó a crear 12 aulas con ordenadores y conexión a Internet que sirviese para dar clases a distancia a 30.000 alumnos. Tan solo se han construido dos y no funcionan.
La investigación ha contado con el apoyo de todos los partidos, también los de la izquierda. Su imagen en el DF tiene esa doble vertiente, la de formación con intereses sociales que atañen a la ciudadanía y la que permite que sus integrantes se corrompan con cambios de uso de suelo, construcciones ilegales, mordida a vendedores callejeros. Aunque esto último ya haya sido considerado pecado por el Papa. La izquierda capitalina tiene ahora que pasar por el purgatorio con el asunto de las becas.