“No hemos enfrentado las consecuencias políticas de frenar la corrupción y ahora ésta nos devora. Está en todas partes”, afirma Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO).

Muestra dos noticias en la primera plana de un diario y después mira las páginas interiores, donde otros escándalos se multiplican. “El problema en México es la impunidad. Mientras los delitos no sean castigados, esto nunca terminará”.

—¿Se trata de un problema cultural?

—No es un problema privativo de México. Hemos visto escándalos en el Partido Popular de España, en Estados Unidos y en Europa. El problema es la impunidad. En democracias más desarrolladas y algunas similares a la nuestra hay casos de corrupción, pero la diferencia es que sí se enfrentan consecuencias judiciales.

“Más que enfocarnos en el dilema de si es un factor cultural y que si la culpa la tienen Hernán Cortés y La Malinche, creo que deberíamos concentrarnos en los diseños institucionales para que desde el servicio público no se pueda utilizar una forma patrimonialista del ejercicio del poder, de manera que se ejerza para beneficio privado y no para el interés público.”

—¿Cómo reconstruir y por dónde empezar?

—Me contaba un auditor de un estado que mucha de las observaciones en la cuenta pública donde se explica cómo se había gastado el dinero tenían que ver con que cuando se presentaba la evidencia, varios delitos habían prescrito. Buena parte de los delitos que no consideramos graves.

“Tenemos el caso del ex gobernador de Aguascalientes (Luis Armando Reynoso Femat) asociado a corrupción. Salió libre bajo fianza. En el Imco estamos empezando una investigación para saber por qué un gobernador que pudo haber incurrido en actos de corrupción tiene derecho a una fianza que debería estar vinculada a delitos menores.

“Y si la corrupción está calificada como un delito menor, pues ahí tenemos entonces un enorme incentivo a la impunidad. Creo que la corrupción se está volviendo un factor de erosión de los principios cívicos que sostienen a la democracia mexicana. Una especie de invernadero del cinismo mexicano en el que ya asumimos que todos son pillos.

“Yo creo que eso no le hace nada bien a la vida de la República, a la vida cívica, a los políticos profesionales y honestos. Mientras no haya sanción para los individuos que cometen actos ilícitos desde el poder, la sociedad y el sector privado, la imagen que tenemos como mexicanos frente al espejo se va degradando. Por eso es muy grave que no hayamos tomando cartas en el asunto.”

—¿Quiénes participan en esta cadena de corrupción e impunidad?

—Para bailar tango se necesitan dos y habría que hacer una tipología de la corrupción. Tal vez la que vivimos en el siglo XXI es muy distinta a la de la época de Venustiano Carranza. Ahora es mucho más sofisticada. Hay regulaciones y ciertas normas que son el estado del arte de la corrupción, donde se privilegia a ciertos sectores que perjudican mercados abiertos y competidos; ahí también hay que arrojar luz de cómo se toman ciertas decisiones en el gobierno, en el Congreso.

“Creo que hemos avanzado en transparencia del presupuesto y el uso del dinero. Me gustaría que avanzáramos en transparencia sobre cómo se toman ciertas decisiones y el diseño de ciertas regulaciones.”

—¿Al amparo de la ley se beneficia a grupos y personas?

—Un privilegio es una ley privada que beneficia a cierto sector de la población y es una forma de corrupción.

—¿Por ejemplo?

—Privilegios existen muchos, desde las personas que saben que si se estacionan en segunda fila no pasará nada, hasta el tema de licitaciones. En el caso de Capufe (Caminos y Puentes de Servicios) no tengo evidencias para comprobar corrupción, pero sí evidencias suficientes para comenzar una investigación. No era el postor más barato, el que más experiencia tenía en la gestión de las tarjetas y aún así ganó un concurso.

“¿Qué reacciones deben tener las instituciones del país para enfrentar un caso como éste? ¿Por qué no tenemos mayor transparencia en cómo se asignan los contratos de obra? ¿Por qué no podemos tener una página de internet por cada una de las grandes obras de infraestructura?

“¿Por qué no se transparenta el  proceso de construir una línea del Metro para que sea más transparente y abierto? ¿Qué hubiera pasado si se anuncia la Línea 12 y todos los documentos de preparación de la obra se hacen públicos? Tal vez un ingeniero hubiera alzado la mano y hubiera dicho: esta vía no empata con las ruedas de este tren. Una cosa tan simple para una persona que no sabe nada de ingeniería y transporte, como yo, quizá se hubiera podido resolver con transparencia y no abonar un nuevo caso que ofende, que preocupa, que genera dudas sobre el servicio público y la calidad de nuestros gobernantes.

“El combate a la corrupción se debe ver como una manera de salvar a la democracia mexicana. No podemos esperar que esta secuencia de escándalos con plena impunidad no erosionen la vida del país. Y la manera de enfrentarlo es empezar a distinguir entre los servidores públicos honestos que trabajan y cumplen sus responsabilidades. Quiero pensar que son minoría los que abusan. Pero si hay impunidad, el desprestigio los acaba contaminando a todos. Esta contaminación no es sólo sobre quienes ejercen el poder y la política, es sobre la democracia y las instituciones.”

—¿Es posible saber cuánto dinero se pierde por la corrupción?

—Es muy difícil, casi imposible por la naturaleza de la corrupción que sucede en lo oculto, y estimaciones sólidas necesitan absoluta claridad y transparencia para un análisis de fondo. Ha habido encuestas con empresarios nacionales y extranjeros que ven la corrupción como uno de los principales desincentivos para competir en el país.

—¿Estamos hablando de un cáncer difícil de extirpar?

—No creo que sea difícil de extirpar. Yo creo que no hemos querido enfrentar las consecuencias políticas de extirpar el cáncer. No han querido los partidos ni los ciudadanos ni los líderes políticos. Me pareció muy angustiante para la vida institucional el caso de este candidato a alcalde que en su campaña reconoció que había robado poquito, porque en las arcas de San Blas (Nayarit) no había mucho dinero, y aún así muchos ciudadanos votaron por él y lo hicieron ganar.

“Esto nos manda una señal ominosa sobre el comportamiento de los votantes y el nivel de tolerancia extrema de la corrupción. Lo vemos en revistas de sociales: cuando pasas las páginas algunos personajes de la vida social son los que aparecen en primeras planas salpicados de escándalos de corrupción y no hay ningún pudor para filtrar ese tránsito de las páginas de los escándalos de corrupción a las páginas sociales.”

—¿Cual es la responsabilidad de los ciudadanos en el combate a la corrupción?

—Mayor exigencia y menor tolerancia. El primer paso es nuestro comportamiento. Si sales sin licencia, estás sujeto a la extorsión de un policía. Hay una encuesta reciente del CIDE donde les preguntan a los policías su opinión sobre los ciudadanos, y no salimos bien parados.

“Después, reducir el nivel de tolerancia social a la corrupción. Si ves una revista de sociales donde aparece un líder sindical corrupto, escribir a los editores y decir que quieres cancelar tu suscripción.”

—¿Qué es lo que más te ha sorprendido en el mundo de la corrupción mexicana?

—Desgraciadamente ya estoy más allá de la sorpresa. Hemos tenido niveles de ofensa y obscenidad pública a los cuales nos estamos acostumbrando. Más que sorprenderme, me duele el nivel de tolerancia de los mexicanos frente a la corrupción. Si dijeras: soy ciudadano y quiero votar contra la corrupción, ¿por qué partido votas? ¿Qué partido eliges? ¿PAN?, ¿PRI?, ¿PRD? No tenemos opciones. Vivimos con el mito de que la impunidad y la corrupción eran monopolio del PRI, pero la alternancia nos ha dado evidencia de que la corrupción no es un problema de un partido, es un reflejo de nuestra democracia.

—¿El poder corrompe?

—El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

“Creo que la falta de autonomía del Ministerio Público, por ejemplo, es otro de los grandes problemas institucionales frente a la corrupción.

“Cada investigación de corrupción se vuelve un problema político. Va a ser el Ministerio Público, que es parte de la estructura del Poder Ejecutivo, investigando a alguien del propio Ejecutivo, a un miembro del Congreso o de otro poder. La piedra de toque sería tener Ministerios Públicos autónomos que no dependan del Presidente ni de los gobernadores.”

Agenda nacional

El ataque a la corrupción es un tema que ha permeado en el ánimo político, social y académico en días recientes.

  • Ayer, este diario publicó una  entrevista con Federico Reyes Heroles, presidente de Transparencia Mexicana, quien aseveró que la corrupción, sin ser endémica, está anidada en todos los partidos políticos mexicanos.
  • Consideró que la lucha contra el cáncer social nació “enmascarada” hace 14 años, cuando se creyó que la transición, por sí misma, era la solución del problema.
  • Gustavo Madero, dirigente nacional del PAN, ha insistido en que el ciclo de reformas estructurales no ha concluido en el país, precisamente porque queda pendiente el tema más importante: la lucha en contra de la corrupción.
  • Por otro lado, fueron muy polémicas las declaraciones que el presidente Enrique Peña Nieto hizo a mediados de mes, de que la corrupción era un tema cultural, casi humano. Y consideró que su propuesta de una comisión anticorrupción no se concretaría como tal, por no ser necesaria.

Fuente: Excélsior