El lunes iniciaron los trabajos de discusión sobre una de las reformas más polémicas y emblemáticas de esta administración: la energética. El objetivo de la reforma
presentada en septiembre del año pasado por el presidente Andrés Manuel López Obrador es regresar al Estado el control de todas las actividades del sector. Los posibles costos económicos, ambientales, políticos y sociales de esta reforma hicieron que una mayoría de legisladores desafiaran las prisas del Ejecutivo y convocaran a un ejercicio de Parlamento Abierto.

La propuesta de un debate público, transparente e informado sobre un tema tan relevante es una buena noticia. Sin embargo, la pregunta es si existen realmente las condiciones y sobre todo las convicciones para que el ejercicio llegue a buen puerto. Parlamento Abierto es un modelo que busca cumplir con estándares de transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana. El modelo surge por la necesidad de acercar a la ciudadanía a la labor representativa de los partidos
en los Congresos. El abismo entre partidos políticos y ciudadanos ha crecido dramáticamente en los últimos 20 años.

A juzgar por la más reciente medición de Latinobarómetro, nuestros parlamentos están hoy en día en el sótano de la desconfianza. Parte del problema proviene de la forma en la que se debate y legisla. Durante la pasada legislatura, supuestos ejercicios de Parlamento Abierto motivaron amplias convocatorias.

Fuente: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/lourdes-morales-canales/parlamento-seudoabierto