¿Por qué enojó tanto que los arquitectos Fernando Romero y Norman Foster obtuvieran el diseño del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM)? El británico tiene una larga trayectoria donde se suman proyectos muy importantes en todo el mundo. Es difícil competir contra sus estadios, estaciones de autobús, edificios públicos y terminales de avión. De su lado, el mexicano es conocido por el diseño del museo Soumaya, que lleva el nombre de su difunta suegra, y por haber coordinado la obra de la casa de la música en Oporto, Portugal.

En términos prácticos, la trayectoria que le falta a Romero le sobra a Foster. Sin embargo, los argumentos biográficos de cada uno no ahuyentan las sospechas. Hay elementos que harían pensar que ese concurso estuvo arreglado. O, puesto en otros términos, los argumentos que harían entender las cosas de una manera distinta no logran pesar con suficiente gravedad, como para desestimar las dudas.

Quienes defienden la honestidad del procedimiento de asignación dicen que Romero y Foster ganaron porque su propuesta fue la que mejor atendió los diez criterios considerados por un comité el expertos. Merece atenderse su observación. Algunos de estos criterios fueron la creatividad, funcionalidad, sustentabilidad, propuesta ambiental, innovación, conexión o la factibilidad.

Para los que no estamos versados en el tema resulta difícil interpretar cada uno de estos elementos. Suenan bien pero no es claro qué quieren decir. De ahí que la clave del procedimiento no sean tanto los criterios, sino el comité de expertos que los definió y que luego, a partir de ellos, seleccionó a uno de los dieciséis proyectos que concursaron.

¿Quiénes son los integrantes del comité de expertos? Se trata de un grupo poco heterogéneo donde participaron 16 personas. Ocho de ellas son funcionarios públicos, cuatro contratistas en activo de los gobiernos federal o local, dos especialistas con reputación probada, un político retirado y un ex director de la CFE que decidió no emitir opinión porque temió caer en un conflicto de interés.

Entre los funcionarios públicos se encuentran por ejemplo Rafael Pacchiano, subsecretario de Semarnat, Gilberto López Meyer, director de ASA, Nidia Chávez Rocha titular del Órgano Interno de Control de la SCT o Alfonso Sarabia, director general del actual aeropuerto.

Me temo que la participación de un número tan alto (50%) de funcionarios públicos no es garantía de imparcialidad, mucho menos de independencia. Más allá de su impecable cartilla moral, cualquiera de ellos podía haber sido despedido de su cargo si tomaba una decisión adversa a las ordenes de sus respectivos jefes.

A los anteriores se suman cuatro constructores cuyo futuro en su sector depende de una muy buena relación con el Estado. Por ejemplo, Víctor Ortiz Ensástegui, uno de los constructores más grandes de México, que por cierto fue quién se encargó del puente atirantado en la reciente remodelación del actual AICM. También está Aarón Dychter Poltolarek, quien fuera durante tres sexenios subsecretario de transporte y hoy dirige su propia empresa constructora ADHOC. Se suman a esta lista Felipe Ochoa y Jorge Gamboa de Buen. A ninguno de ellos les convendría tampoco una confrontación con el gobierno.

Los dos especialistas independientes son Roberto Kobeh, ex presidente de la Organización Internacional de la Aviación Civil, mexicano con grandes reconocimientos, y José Luis Cortés, director del departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana. Acaso estos dos perfiles debieron de haber dominado al comité, en vez de resultar minoría.

Finalmente participó Gonzalo Martínez Corbalá, un político priista destacado, de 86 años, cuya experiencia es larga excepto en el tema de aeropuertos. Y Alfredo Elías Ayub, quien terminó por excusarse ya que, como Fernando Romero, su hermano Arturo también es yerno de Carlos Slim.

Cabe insistir: algo no huele bien aquí. Pareciera un comité integrado a modo para favorecer una decisión tomada fuera del órgano. Lo peor es intuir que este proceder podría seguirse repitiendo.

Fuente: El Universal