La vida democrática mexicana ha venido transitando, aunque muy lentamente, por caminos nunca antes explorados. Aún con esa lentitud, hemos sido sorprendidos con el surgimiento de temas de carácter mundial, que hoy deben ser motivo de análisis en nuestro país. Mucho se ha discutido en el caso específico de los medios de comunicación y el papel que desempeñan en la democracia. Es indudable que han sido hasta hora protagonistas del cambio, la crítica y la pluralidad. Sin embargo, el actual escenario ha colocado a los medios frente a nuevos retos y desafíos que requieren necesariamente su atención. Es momento, de empezar a discutir sobre el papel que deben asumir frente a uno de los grandes problemas que aquejan a la población mundial, y que es tema de preocupación tanto de gobiernos de las naciones, como de organismos internacionales y de la población en general, se trata de la vulneración de los datos personales y la invasión a la esfera de lo privado.

El establecimiento de códigos éticos en los medios de comunicación es otro de los temas poco explorados. Existen escasos antecedentes sobre la necesidad de regular aspectos relacionados con la privacidad, el honor, las relaciones con las fuentes y la incompatibilidad de algunas actividades con la tarea de informar. No hay claridad respecto a los mecanismos que se deben aplicar para que se cumplan dichos códigos, en caso de que éstos existan. La falta de una regulación y de una definición expresa sobre el papel de las redes sociales y las nuevas tecnologías, para ser concebidas o no como medios de comunicación, es también otra de las asignaturas pendientes por resolver.

La evidente escasez de informes, análisis, documentos y trabajos de investigación sobre estos temas ratifica que están fuera de la agenda de prioridades de parte de analistas, académicos y medios de comunicación. Aún más, en el terreno de la práctica, no existen casos que nos aproximen a ellos, no hay referencias que nos ayuden a entender su comportamiento, tampoco existen prácticas concretas en algunas agencias periodísticas o en oficinas de gobierno que nos permitan realizar análisis comparado. En síntesis, en nuestro país no hay antecedentes que nos sirvan como punto de partida para entender o explicar el papel que desempeñan los medios de comunicación respecto a la protección de datos personales y el derecho a la privacidad de los ciudadanos.

Ante este desértico panorama, es imperioso empezar a construir una agenda de trabajo para discutir sobre la naturaleza, utilidad, importancia, función y carácter de la protección de datos personales. En particular es necesario explorar su relación con los medios de comunicación; definir líneas de acción que deberán seguir en las instituciones del Estado y en las oficinas de gobierno, así como en los propios medios. El reto, desde luego, es mayor, sobre todo porque es algo que debemos construir.

En la medida en que nos adentremos a este tema, el debate nos conducirá a otros lugares muy complicados como la delimitación de lo público y privado, el derecho a la libertad de prensa y de expresión, el derecho al acceso a la información y la transparencia, la ética periodística, entre otros. Aspectos todos ellos, inmersos en la protección de datos personales.

Ante tal situación, los medios de comunicación deben tener como uno de sus principales principios, la protección de los datos personales o información estrictamente de carácter personal o familiar.

Dentro de las posturas que señalan los códigos deontológicos relativos a la protección de la intimidad personal, refieren que se deben evitar las intromisiones ilegítimas a la esfera íntima de las personas, así como también salvaguardar el derecho a la propia imagen, es decir, la reproducción total o parcial de una persona en particular.

No obstante lo anterior, el creciente uso de las nuevas tecnologías de la información, como lo es internet, ha alterado considerablemente los aspectos deontológicos ya que es común ver en dicho medio, información poco confiable, en otros casos anónima, alterada y tendenciosa lo que genera que se cuestione en alto grado la veracidad del informante debido a que no existen normas de control y sea reciente la incorporación de mecanismos de seguimiento, seguridad y vigilancia de los contenidos.

Ha sido, de manera paulatina, como han ido modificándose los códigos deontológicos para adaptarse a la problemática, a las necesidades actuales y a los espacios informáticos que van surgiendo. Por ello, algunos medios de comunicación nacionales e internacionales, de manera individual o bien a través de sus asociaciones o redes de periodistas, han plasmado de manera general las directrices a las cuales deben apegarse sus miembros o en lo general, los periodistas.

Dichos códigos éticos, abarcan principios como la confianza pública, la verdad, la justicia, la integridad, el respeto, entre otros; pero sólo se observa en lo general, un breve apartado en el que deben velar por no vulnerar la integridad, la seguridad y la imagen de las personas, es decir, ser cautelosos con la difusión de los datos personales y la esfera de la vida privada.

Asimismo, estos códigos deontológicos van acompañados por normatividades específicas que de este modo aseguran un debido tratamiento a los derechos que todo periodista debe observar en el ejercicio de su profesión. Cabe señalar que aunado a lo anterior, ante la creciente necesidad de salvaguardar el derecho a la protección de los datos personales, han comenzado a surgir diversas leyes en la materia en algunas partes del país, así como la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares.