El juez José Castro ha decidido imputar a la Infanta Cristina de Borbón por los delitos de supuesto blanqueo de capitales en la gestión y manejo de fondos sospechosos generados por los negocios sucios de su esposo Iñaki Urdangarin y contra la Hacienda pública. En un auto de 227 folios, el magistrado cita a la hija del Rey a declarar el próximo 8 de marzo a las diez de la mañana en Palma de Mallorca, en el marco del sumario por supuesta corrupción del caso Urdangarin, también llamado caso Nóos.
El instructor señala en el auto que doña Cristina “ha intervenido, de una parte, lucrándose en su propio beneficio y, de otra, facilitando los medios para que lo hiciera su marido, mediante la colaboración silenciosa de su 50% del capital social, de los fondos ilícitamente ingresados en la mercantil Aizoon procedentes de los lucrados por la Asociación Instituto Nóos de Investigación de las arcas públicas de las Comunidades Valenciana y Baleares”.
En esta causa se investiga por malversación de caudales públicos al yerno de don Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, y a su exsocio Diego Torres. Ambos están bajo sospecha judicial tras embolsarse 5,8 millones de euros a través de su Instituto Nóos –que se definía “sin ánimo de lucro”- en sus tratos con los Gobiernos de la Comunidad Valenciana y de Baleares, ambos del PP. El fiscal anticorrupción Pedro Horrach, que no ha visto elementos para implicar a la Infanta, pedirá más de 12 años de cárcel para su esposo por los supuestos delitos cometidos, entre ellos dos delitos fiscales.
El juez Castro ha estado nueve meses centrado de manera casi exclusiva en reconstruir un retrato de la vida financiera y tributaria de Cristina de Borbón, ha rastreado sus cuentas, tarjetas, facturas y gastos, sus propiedades y declaraciones fiscales. En la causa existe una biografía completa de la actividad económica privada de Cristina de Borbón entre 2002 y 2012. En el auto, el juez sostiene que existen indicios penales suficientes para contrastar directamente con la protagonista los hechos y su supuesta responsabilidad penal.
La citación de la también duquesa de Palma –que no tiene un foro especial ante los tribunales- la efectúa el juez con la oposición abierta de la Fiscalía Anticorrupción, la Abogacía del Estado, el abogado de Urdangarin y su propio defensor. El fiscal y los letrados exoneran a la hija del Rey y sostienen que ella no participaba en las actividades de la empresa de esposo e ignoraba todos los detalles financieros. Tan solo el sindicato ultra Manos Limpias reclama la implicación penal de la hija del Rey.
José Castro argumentó en su día la necesidad de investigar y tomar declaración a Cristina de Borbón desde dos reflexiones: “Evitar que la incógnita [sobre el papel de la Infanta] se perpetúe” y no desdecir la máxima que establece que la “justicia es igual para todos”.
Si la Audiencia de Palma no bloquea la imputación y no desautoriza al juez -como ya ocurrió en un primer auto del mes de abril de 2013 en el mismo sentido-, la Infanta Cristina deberá comparecer en el juzgado de Palma para ser interrogada en relación con el manejo de fondos de origen ilícito, nacidos de los supuestos negocios sucios del yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, en Nóos. También están bajo la lupa del juez las partidas económicas generadas en la sociedad patrimonial Aizoon, propiedad del matrimonio Urdangarin-Borbón.
El instructor, sobre la base de los reiterados informes y análisis que encomendó a la Agencia Tributaria y a la Policía de Delincuencia Económica, ha razonado y trabado con cifras y citas la estructura de su resolución.
El juez Castro tenía dos salidas tras agotar sus vías indagatorias sin interrogar a la investigada: implicar a la hija del Rey y emplazarla en su juzgado; o, por el contrario, archivar definitivamente la pieza de la causa abierta sobre ella por la inexistencia de elementos de base para articular una acusación.
El juez Castro, por indicación de la Audiencia, trazó “una línea de investigación tendente a acreditar o descartar la posible comisión” del delito, por el manejo de partidas de origen sucio logradas por su marido, Urdangarin, y la sociedad común Aizoon. La Infanta y su esposo gastaron cerca de seis millones en la compra de su palacete de Pedrales y más de tres en obras y decoración. Todas las facturas y partidas de la reforma han sido expurgadas por el juez.
El fiscal, en contra
El fiscal anticorrupción Pedro Horrach, que hace tres años impulsó el caso Urdangarin con el juez José Castro, difiere del criterio del instructor sobre la Infanta al sostener que se da “la inexistencia de indicios incriminatorios de los que pudiera derivarse la imputación”. Además, Horrach indica que “no se puede imputar ni castigar a nadie por lo que es, sino por lo que ha hecho” e, insiste, “por su presunta participación en los hechos delictivos y no por su condición”. A su vez, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, que al menos en media docena de veces ha explicado, en los últimos meses, que no hay indicios para imputar a la Infanta, rechaza un trato de favor de la hija del Rey por parte del ministerio público. “No hay ningún trato de favor. Sería un trato de desfavor hacer lo contrario de lo que uno piensa justificadamente en Derecho”, ha asegurado.
La Zarzuela no quiere repetir en esta ocasión los errores de la otra vez que doña Cristina fue imputada, en abril del año pasado, y este martes se ha limitado a señalar: “Respetamos todas las decisiones judiciales”. El jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, en una entrevista concedida a TVE, opinó hace unos días que los tres años de instrucción del caso Urdangarin han sido un “un martirio”, por el publicación constante de noticias. Se da la circunstancia de que, semanas antes, el juez Castro había reprochado a dos instancias gubernamentales, la Agencia Tributaria y la Policía, la “gran tardanza” emitir sus últimos informes encomendados sobre la Infanta y Aizoon, lo que motivaba una retraso a su juicio innecesario en la conclusión de la investigación judicial.
El instructor Castro argumentó la necesidad de tomar declaración a la hija del Rey y reflexionó que sería “una clara contradicción a la práctica cotidiana de los juzgados y tribunales, que en casos similares es muy escasamente probable que prescindieran de este trámite”, el no llamar a declarar. Es decir, imputarla para interrogarla disiparía cualquier “sombra de sospecha” de favoritismo sobre ella. Lo expresó ya así abril de 2013, en su primer auto sobre la Infanta.
Embargo del palacete de Pedrables
En noviembre el juez embargó la mansión de 1.000 metros cuadrados en Barcelona cuya propiedad comparten a medias la Infanta y su esposo, Iñaki Urdangarin. La gran casa fue puesta en venta por 10 millones de euros al trasladarse la familia a Suiza. El juez Castro bloqueó el palacete y otros 15 bienes porque el yerno del Rey y su exsocio Diego Torres no hicieron frente a la fianza de responsabilidad civil, solidariamente para ambos, de 6,1 millones.
La Audiencia rebajó la fianza inicial para no cargar dos veces el IVA en los cobros con la Administración, pues Urdangarin alertó al juzgado de que en el caso de un doble pago tributario (el IVA ya abonado) sufriría un “injusto empobrecimiento”. Según la Audiencia de Palma, Aizoon, la sociedad de los duques, era usada de pantalla para blanquear los fondos ilícitos o evitar el pago de impuestos. Aizoon tenía su sede en el palacete, y los duques urdieron y declararon un alquiler ficticio –a sí mismos- que Hacienda rechazó como gastos a desgravar. La policía examinó también las cuentas de la reforma del palacete para saber qué personas y empresas operaron y de qué manera facturaron los trabajos de “rehabilitación, suministros y mantenimiento” de la vivienda en Barcelona.
Aizoon, la sociedad pantalla sin estructura
Aizoon era la sociedad en la que el esposo de la Infanta ingresaba cientos de miles de euros anuales –hasta más de un millón- procedentes de sus contratos con las Administraciones a través del Instituto Nóos y las firmas privadas. Un informe de la Agencia Tributaria señala que, en cuatro años de actividad de Nóos (2004-2008), de los casi 10 millones de euros logrados, al menos 6,4 millones acabaron en las arcas de empresas privadas propiedad de Urdangarin, de Torres o de ambos. Hacienda concluye que en el conglomerado de empresas de Urdangarin y Torres se cruzaban facturas “bajo conceptos extremadamente genéricos o imprecisos”, por “importes redondos” y con múltiples duplicidades respecto de proveedores externos, así como incongruencias, inexistencia del servicio pretendidamente prestado y “en el extremo” de falsificación material de la factura. La tesis exculpatoria del fiscal es que la Infanta no gestionaba Aizoon pese a ser accionista y administradora formal, asistir a sus juntas y firmar sus actas.
Entre 2004 y 2006, Aizoon, la empresa de Urdangarin y la Infanta, gira facturas a otras empresas del grupo por prestación de servicios, pese a que en aquella época carecía de “estructura empresarial”. “El resto de entidades [del conglomerado de Urdangarin y Torres] devienen meros instrumentos para drenar y distribuir los recursos obtenidos por medio de la marca Nóos entre sus dos propietarios y dirigentes”…
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