El voto desde el extranjero debe seguir fortaleciéndose para visibilizar la importancia de la comunidad migrante
El voto en el extranjero es una conquista que ha venido a reforzar la democracia, reafirmando un derecho humano que permite a los ciudadanos participar de la vida pública de un país.
En el caso del voto de los mexicanos en el exterior se trata, antes que nada, de un logro que nuestra comunidad en Estados Unidos consiguió tras una ardua lucha. Líderes y grupos de mexicanos en distintos puntos de la Unión Americana conquistaron este derecho que reafirma su identidad y fortalece los lazos con su país de origen. Por esto, simbólicamente es muy relevante que desde hace tres elecciones presidenciales el voto extranjero sea una realidad.
Ha habido un desarrollo progresivo que apunta a una mayor participación de nuestros compatriotas en el exterior. Desde su aprobación en 2005, ha habido tres experiencias en procesos electorales federales: en 2006 votaron 32,621 personas; en 2012 votaron 40,714; y en 2018 lo hicieron 98,470 personas, 77% de los cuales provinieron de Estados Unidos. En esos ejercicios, a pesar de que la ley electoral preveía tres modalidades para emitir el voto desde el extranjero, únicamente se votó a través del correo postal certificado.
Para las elecciones del 2024, el INE realizó un esfuerzo muy importante para promocionar el voto desde el exterior, a través de foros, múltiples espacios de reflexión e involucramiento de organizaciones de la sociedad civil (OSC) y comunidades migrantes en los procesos de promoción y registro. Además, por primera vez, los residentes en el extranjero podrán utilizar alguna de las tres modalidades de votación disponibles: electrónica, postal, o presencial en alguna de las 23 sedes consulares aprobadas por el Consejo General del INE. La modalidad electrónica, además de ser una opción más sencilla y eficiente, acerca y facilita el ejercicio del derecho al sufragio. Y si bien la tecnología para la votación electrónica y los debates alrededor de los retos que conlleva siguen desarrollándose, cada vez hay más herramientas que permiten un proceso de votación ágil y seguro.
El número de inscritos para esta votación superó a todas las anteriores, con alrededor de 226 mil personas. Sin embargo, el pasado 13 de abril, connacionales en el exterior denunciaron haber recibido un correo electrónico en el que les notificaban que sus solicitudes para votar fueron improcedentes. Esto suscitó un escándalo, ya que a muchos de ellos se les había confirmado anteriormente la aprobación de su solicitud. Como respuesta, la autoridad electoral mencionó que, a partir de observaciones de los partidos políticos —principalmente el PAN, PRI y PRD— se había llevado a cabo una nueva revisión de solicitudes de inscripción masivas o con patrones atípicos, en la que se encontraron inconsistencias en firmas, comprobantes de domicilio, o el incumplimiento de otros requisitos, por lo que 39 mil habían sido declaradas improcedentes. Este lamentable error de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores eclipsó los esfuerzos que el Instituto había realizado para fortalecer el voto en el exterior.
Ante las quejas de las personas y la presión mediática, el INE dio un nuevo plazo hasta el 5 de mayo para subsanar las inconsistencias. Finalmente, el día de ayer un grupo de trabajo del Instituto Electoral informó que de las 39 mil personas que habían sido rechazadas, en la segunda revisión aproximadamente 36 mil lograron subsanar su proceso y, por tanto, fueron reincorporadas a la Lista Nominal de Mexicanos en el Exterior, para sumarse a la lista final de cerca de 223 mil personas registradas para votar desde el extranjero.
Falta ver cuántos de los registrados votarán el 2 de junio y que su inclusión trascienda de registro electoral hacia propuestas concretas para la consideración, el fortalecimiento y la protección de estas comunidades, particularmente en Estados Unidos. El voto desde el extranjero debe seguir fortaleciéndose para visibilizar la importancia de nuestra comunidad migrante en la vida democrática mexicana; no solamente por la derrama económica que dejan las remesas que envían, sino porque, aunque no están en nuestro territorio, son parte de México.
Fuente: El Universal