Para evitar e impedir que los jueces se vean sometidos a influencias indebidas o presiones externas, la sociedad en su conjunto debe respetar y hacer valer la independencia de los mismos, demandó el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Juan Silva Meza.

Al inaugurar el Seminario Internacional de Transparencia Judicial 2013, el también Presidente del Consejo de la Judicatura Nacional advirtió que los impartidores de justicia deben actuar en todo momento con la máxima transparencia para que la independencia y la autonomía en el juzgar sean una realidad.

En sus palabras, todo régimen democrático exige que los juzgadores se comporten con los más altos estándares de autonomía e independencia en su función, lo que presume, a su vez, la asunción de una actitud altamente profesional, objetiva e imparcial al impartir justicia.

La transparencia en la función jurisdiccional y en el trabajo de los tribunales, declaró el Presidente del Máximo Tribunal, es una condición indispensable para lograr que las personas ejerzan sus derechos en forma plena.

Abundó en que cuando los juzgadores son verdaderamente independientes y autónomos son también indudablemente
profesionales, objetivos e impar-
ciales.

“Los juzgadores debemos permitir que toda persona pueda ver, en el más amplio sentido de la palabra, cómo impartimos justicia. Sin transparencia en el actuar es imposible legitimar ante la sociedad la exigencia de consolidar el respeto a la independencia y autonomía jurisdiccionales”, afirmó Juan Silva Meza; sin embargo, “para exigir respeto hay que ser respetables”, dijo.

Explicó que cuando los órganos de impartición de justicia actúan con efectiva transparencia, la sociedad comprende de mejor manera no sólo lo que realmente sucede al interior de los tribunales, sino también en el contenido de sus decisiones y la propia importancia de respetarlas y, con ello, esa autonomía y esa independencia es inevitable y genera una adecuada gestión institucional y social de los asuntos jurisdiccionales cuya resolución siempre importa un interés social.

El Economista