“Confío que no me equivoco si elijo uno de los temas que “flotan en el ambiente”, uno de los asuntos capitales del presente mexicano: la confianza o mejor dicho la institución de la confianza en México”.
Necesitamos, añadió, desarrollo, necesitamos crecer, alzar la vista, retomar el camino, pero para ello necesitamos confianza.
La confianza es el cemento de la sociedad, sin ella las relaciones se quiebran, se debilitan, todo intercambio se complica, incluyendo el intercambio político.
López Ayllón recordó que en Londres, el presidente Enrique Peña Nieto, fue extraordinariamente enfático: “hoy existe, sin duda, una sensación de incredulidad y desconfianza; ha habido una pérdida de confianza y esto ha provocado sospecha y duda”.
Y dijo que el presidente de la República tiene toda la razón: pocos temas pueden ser más importantes para la actualidad mexicana; la incredulidad va de la mano de la desconfianza y la sospecha se enreda con la duda. Y este efecto es “veneno puro”, una pócima que opera contra los grandes propósitos de nuestra sociedad y de nuestra democracia.
De hecho, dijo, la confianza preceda al crecimiento, preceda al desarrollo, preceda a las grandes iniciativas y también a las grandes reformas. “La confianza es un presupuesto de casi todo lo demás”.
Destacó que según el informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México, realizado por el IFE (INE) y el Colegio de México en 2014, la confianza interpersonal entre los mexicanos apenas rebasa el 28 por ciento, es decir, dos de cada tres mexicanos desconfían de sus semejantes.
Sin embargo, el doctor López Ayllón señaló que el fenómeno es más grave, pues la desconfianza irradia en todas las direcciones y afecta a casi todas las instituciones: es un problema que viene de muy lejos, no obstante, cómo podemos reconstruir, edificar y multiplicar la confianza en los meses y años por venir.
“La fórmula no es simple pero existe: primero se requiere el reconocimiento de que el problema está ahí y que no tiene ningún sentido ignorarlo o evadirlo; luego, requerimos de un diagnóstico sincero y genuino de la situación que lo ha provocado; y finalmente demostrar en los hechos con varias acciones coherentes y bien hilvanadas la disposición al cambio y abonar todos los días en torno a esta construcción social.
“Nada de esto llegara por inercia; el crecimiento de tres por ciento o menos de la economía como apunta el consenso de diversos organismos, un ambiente internacional de alta complejidad y volatilidad, las inesperadas revueltas mediáticas y la no solución de las protestas surgidas desde los Estados del sur del país, configuran nada constructivo para la recuperación de la confianza”.
A contrapelo me parece que pocas cosas son hoy más importantes y más urgentes que darle un vuelco a este amiente político y social, apuntó.
* Elecciones con legalidad
Expuso que la primera gran tarea es electoral. Necesitamos que la contienda democrática transcurra con legalidad, guiada con propuestas, debates de altura, calidad en los programas y lejos de la enferma litigiosidad que desde hace varios años nubla el proceso democrático.
El proceso electoral es parte medular a la solución de nuestro problema de confianza pública; y no pienso en una competencia tersa, disimulada, que esconde las diferencias bajo la alfombra y sin debate a fondo. Hablo del tono, de que los partidos no desplieguen sus campañas sobre la queja de la propaganda ajena; de mejorar el contenido de los muchos mensajes y sobre todo de colocar la exposición de soluciones a los problemas públicos, privilegiando la propuesta sobre la diatriba.