La sanidad pública uruguaya, cuya mejora es uno de los principales logros del izquierdista Frente Amplio, está inmersa en un escándalo tras el procesamiento de uno de sus directores, el sindicalista Alfredo Silva. Las revelaciones sobre la trama de corrupción en varios hospitales públicos salpica al gobernante FA de cara a las elecciones presidenciales del próximo mes de octubre.
Según los primeros elementos de la investigación judicial, durante varios años Silva y sus cómplices utilizaron la influencia de sus cargos para tercerizar servicios hacia una empresa que controlaban, con importantes sobrecostos para los hospitales. Los testimonios muestran que también cobraban coimas para activar o desactivar conflictos laborales aprovechando su condición de sindicalistas.
El centro del caso se encuentra en el Hospital Maciel de Montevideo, un centro médico que no necesitaba nuevos escándalos tras saltar a la actualidad mundial en 2012 con el descubrimiento de que varios enfermeros habían asesinado a pacientes ancianos durante al menos siete años. Mientras ese caso sigue en los tribunales, ahora la justicia mira hacia los gastos irracionales de limpieza y otras irregularidades que suman un desvío de unos 75.000 dólares, según los primeros datos. La cantidad puede parecer pequeña, pero su dimensión es enorme en el contexto de la salud pública uruguaya, que atiende a los sectores más pobres de la población y ha recibido una gran inversión por parte del Gobierno…
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