“En política, todo lo que cuesta, sale barato”, es una cínica conseja que se le achaca a un reciente ex gobernador de Veracruz. Y atendiendo a la máxima, sabemos que hoy en México, cualquier político que se precie de ser electoralmente competitivo, debe estar respaldado por una buena suma de dinero detrás de él. Así, casi todos los políticos mexicanos están obligados a robar. Para ello tienen influencia, poder de decisión y presupuestos. Si no lo hacen, serán liquidados por sus adversarios. La cancha no está pareja, las elecciones no son competencias leales, sino luchas tramposas y plagadas de ilegalidades.

Pero el problema no es la organización de elecciones sino los competidores desleales y deshonestos que participan. En la mayoría de las entidades, los institutos electorales funcionan bien. De 32, solo 10 estados no han tenido cambios de partido en el gobierno estatal, destacándose el Edomex, Hidalgo, Coahuila y Veracruz ¿les suenan? Y ante el atrabiliario y corrupto proceder de las instituciones feudales de esos lugares, la oposición, y especialmente el PAN, ha decidido descabezar a las autoridades electorales de todo México, para concentrar todo en el IFE, que sería renombrado como INE. ¡Gran idea!

La creación del INE lo que haría es fortalecer la partidocracia, detentadora del nombramiento de consejeros por cuota en el IFE, ampliando su influencia a los territorios estatales. Otro poder, los gobernadores, no quieren el cambio y no aceptan la intromisión. Y finalmente, el Ejecutivo, mustio, tendrá que decidir entre las dos posturas, sin posibilidades de salir bien librado. ¿Quién sostuvo su costosísima campaña del 2012? Extrañamente, ningún estado reclama con vigor y seriedad la vigencia del federalismo y exige su respeto y cumplimiento.

Pero fíjense bien que nadie pone el dedo sobre la llaga, que es el dinero sucio en campañas y la falta de competencia real, provocada por las trampas en la elección. Y es que la única forma de combatir los caudales sucios que fluyen en los comicios es la transparencia y la rendición de cuentas eficiente.  Y por ahora, toda iniciativa anticorrupción está olvidada y los cambios en transparencia detenidos. Eso a los partidos no les interesa.

Pero a quién no pueden engañar es al crimen organizado, que encuentra enormes espacios de operación en todos los ámbitos de corrupción, que propician los propios políticos para obtener recursos indebidos, como bien lo advierte el investigador Edgardo Buscaglia. Pronto el político corrupto tendrá socios forzosos que son muy malos: matan. El Estado fallido esta a la vista. Si no tomamos consciencia de ello, no podremos resolver el grave apuro en el que nos encontramos como país.

Para enfrentar esto se requiere implementar sistemas que impidan los negocios sucios desde la administración pública, como otorgar concesiones y privilegios a personas y empresas mediante sobornos, compras con sobreprecios y contratación de obra pública con diezmos, que, finalmente son los instrumentos para alterar la competencia electoral. Las entregas de dinero sucio se realizan fuera del gobierno y nunca se reflejarán en su contabilidad y documentación. Así nunca serán detectadas. Mientras los políticos engordan sus “cochinitos” para prepararse para la siguiente elección. Pero ahora, sus nuevos socios acechan, y exigirán un buen porcentaje de los hurtos. Son familia.

Y entre tanto, inmerso en un desquiciante centralismo, mancillando su pasado federalista y municipalista, violentando principios básicos como el de subsidiariedad, el PAN propone incongruencias, en lugar de centrarse en el núcleo del problema y proponer su combate, utilizando como armas a la transparencia y rendición de cuentas. Aunque incomode, hay que decírselos así, a bocajarro.