Puedo decir tratando de ser lo más objetivo posible que la Conferencia Mexicana para el Acceso a la Información Pública (COMAIP) es una confluencia de Comisionados y Consejeros de los Órganos Garantes del Derecho de Acceso a la Información (OGDAI) de las 32 entidades federativas más el IFAI, en la que hay una magnífica fraternidad, pero en la que lamentablemente también se dan una especie de relaciones político-incestuosas y donde las actitudes cainescas no faltan.

Dicho así, parece muy cruda la expresión, pero pensando que somos mayores de edad los que luchamos por la transparencia en el país como algo crucial en nuestra tortuosa democratización, seguro que se entenderá, sin necesidad de dar detalles, a qué me refiero.

Sin embargo sí profundizaré la reflexión pensando en el futuro inmediato y a mediano plazo de la COMAIP, en la que participé, coordinando un año su Comisión de Comunicación Social principalmente, pero también colaborando en la de Gestión Documental, Tecnologías de la Información y Gobierno Abierto.

Digamos que se puede coincidir con Miguel Castillo quien al final del Capítulo 1 de su libro COMAIP 10 años, señala que esta se ha convertido en “un referente activo y constructor de la política de transparencia en México…” Pero más que eso en realidad la COMAIP ha logrado coordinar en buena medida las tareas de divulgación de la cultura de la transparencia (y otros tópicos como la rendición de cuentas, la protección de los datos personales entre muchos más) por un lado, y por otro los mecanismos legales de garantía de tal derecho humano fundamental. Pero casi nada más.

La diversidad de orígenes y perfiles académicos de los Comisionados y Consejeros, incluso sus filias y fobias políticas, más allá de lo que en el “comportamiento político correcto” y la reglas de la urbanidad obligan, no han impedido, sino más bien han ayudado mucho, a que tal confluencia sea más enriquecedora que negativa.

Insisto más allá de que tras bambalinas o por debajo de la mesa (perdón por las frases trilladas) se manifiestan las diferencias y no son realmente muy agradables (finalmente están presentes las debilidades humanas) quienes lideran a la COMAIP (una especie de “burbuja”) han sabido consolidar una organización, permítanme llamarla así aunque no lo sea formalmente, al grado de que su presencia en los últimos acontecimientos en la materia es central.

Uno de los polos desde los que se insistió con fuerza en la necesidad de una reforma constitucional sobre esto fue precisamente la COMAIP, en sus asambleas y con una serie de foros se mantuvo el tema en el imaginario político del país; y la coyuntura de la renovación del Poder Ejecutivo y Legislativo federal en 2012 fue favorable a ese activismo. Porque en buena medida fue un activismo en comunidad con organizaciones de la sociedad civil que también en estos años se han convertido en importantísimos aliados.

Pero asimismo la COMAIP ha sido aprovechada (no utilizada que quede claro) para la proyección de sus cuadros más activos e incluso solidos intelectualmente hablando para intereses personales (no necesariamente negativos). Muestra de ello es que dos de sus ex presidentes, Oscar Guerra y Eugenio Monterrey integran ahora el Pleno del IFAI.

Y de la misma manera las reuniones, foros, encuentros y un amplio etcétera de actividades que a nombre de la COMAIP se realizan parecen más un cocido en su propio caldo que verdadera promoción, divulgación o socialización de estos temas en las masas de mexicanos. Los mismos ponentes, los mismos temas e incluso los mismos discursos refriteados una y otra vez llenos de frases hechas, lugares comunes, slogans y hasta falacias. He escuchado a tales participantes ya en pláticas informales aceptar que esto pasa.

Pero hay algo importantísimo que el futuro depara para la COMAIP y por ello hasta me entusiasma que se perfile a Javier Rascado como su próximo presidente. Lo trataré de decir con claridad. La experiencia de la COMAIP es el cimiento más sólido que podemos tener para la construcción del tan mentado Sistema Nacional de Transparencia.

Si es que, desde luego, se esté pensando en que uno de los aspectos principales del mismo sea precisamente la coordinación institucional de los 33 OGDAI, aunque no necesariamente encabezados por el IFAI. Es decir en la mayor de las condiciones de igualdad de los mismos, por lo cual, central resulta que la Ley General en la que se configuren se contemple la mayor homogeneidad de condiciones de los mismos.

La COMAIP tiene, está obligada a pensarse, en su próxima Asamblea Nacional a futuro, de corto y mediano plazo, como una red de los OGDAI que permitirá jalar a aquellos en lo que hay un ligero retraso para apuntar a la siguiente década al objetivo del que tanto se ha hablado en sus foros (y que lamentablemente poco se ha hecho) que el DAI y la PDP sean derechos que todos los mexicanos ejerzan en las mismas condiciones, socioeconómicas y políticas.

Atendiendo la crítica y ojalá también hubiera autocrítica, el panorama es alentador. Pese a que hay fuerzas e intereses contrarios en los tres principales partidos políticos del país, no pecamos de optimistas; una mirada prospectiva informada nos hace pensar que en diez años más se empezaran a ver los resultados.

Alguien puede pensar que es mucho tiempo, pero si pensamos en los doscientos años que nos llevan en Europa con el tema, realmente no lo es tanto.

Un saludo y un abrazo a todos en la COMAIP-

e- mail: ccirior@yahoo.com.mx

twiter: @ccirior