¿Qué es lo que ha sucedido en materia de combate a la corrupción este sexenio? El Sistema Nacional Anticorrupción se volvió prácticamente irrelevante. No ha tenido iniciativas significativas que mitiguen la corrupción. Contribuye a ello el poco impacto que tienen en materia de combate a la corrupción los integrantes del Sistema, dado que solo uno de estos tiene como mandato legal el combatirla. Por ejemplo:
– El INAI, con problemas por manejos inadecuados al interior de la institución y por la falta de nombramiento de comisionados, ha tenido poco impacto en divulgar información pública de posibles actos de corrupción. Especialmente cuando el gobierno ha aducido motivos de seguridad nacional para no transparentar información de los proyectos emblemáticos de esta administración.
– El Tribunal Federal de Justicia Administrativa continúa teniendo incompleta la Tercera Sección de la Sala Superior, especializada en materia de responsabilidades administrativas, aunque eso no ha impedido que lleve a cabo sus labores. Sin embargo, los casos que atiende resultan poco relevantes para combatir la corrupción por las deficiencias tanto de la Ley General de Responsabilidades Administrativas como de las instancias investigadoras.
– La Fiscalía Anticorrupción, dada su gran limitación en recursos, ha tenido pocos casos de servidores públicos corruptos que hayan sido sancionados con ejemplaridad, siendo que esta Fiscalía debería ser el eje del combate a la corrupción.
– La Secretaría de la Función Pública, a un año de terminar el sexenio, entró en un proceso de reestructuración radical de los órganos internos de control, desapareciendo una gran cantidad de ellos, cambiándoles atribuciones y centralizando muchas de sus funciones. También quitó de la denominación de sus áreas más importantes la referencia al combate a la corrupción, que había prevalecido en la gestión de la exsecretaria, la Dra. Sandoval, ya que en su mandato legal no está el combatir la corrupción. Tampoco ayuda el que se hayan reunido en esta Secretaría las adquisiciones consolidadas del gobierno federal y funciones relacionadas con adquisiciones, al convertirse en fiscalizador y actor en esta materia, con el posible conflicto de interés que conlleva. Esta cirugía mayor, difícilmente se consolidará en lo que resta del sexenio como para dar resultados tangibles.
– El Comité de Participación Ciudadana y la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción, a la cual querían desparecer, han mantenido un perfil muy bajo de actuación y poco se sabe de cómo contribuyen a combatir la corrupción.
Por ello, los indicadores más importantes que miden la corrupción, uno derivado de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental que elabora el INEGI y otro, el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) que produce Transparencia Internacional, no han reflejado ninguna mejoría significativa en el combate a la corrupción en este sexenio. El IPC se ha sostenido sin cambios en los últimos tres años, manteniendo una muy mala calificación y posicionamiento de México, con respecto al resto de las naciones.
La tarea para el próximo sexenio, si es que existe un verdadero interés en combatir la corrupción, será monumental. Las reformas que se requerirán pasan por replantear el Sistema Nacional Anticorrupción, modificar la Ley General de Responsabilidades Administrativas que tiene tantas deficiencias, fortalecer a la Fiscalía Anticorrupción aumentando muy significativamente sus recursos, volver a replantear la estructura y el papel de la Secretaría de la Función Pública, y ya no etiquetar a las otras instituciones como combatientes de la corrupción ya que no tienen en su mandato legal el hacerlo. Ojalá ahora sí, en el próximo sexenio, se haga algo por combatir la corrupción.
Fuente: La silla rota