Desde el año 2009, en GESOC, A.C. (organismo independiente de la sociedad civil) hemos diseñado y publicado anualmente y de forma sistemática el Índice de Desempeño de los Programas Públicos (INDEP) que integran la política social del gobierno federal y que para el año 2014 tuvieron una muy significativa asignación presupuestal conjunta de 457 mil 272 millones de pesos (aproximadamente el 11.6 por ciento del gasto público programable).
Utilizando información exclusivamente de fuentes oficiales, el INDEP refleja, en una escala numérica que va de 0 a 100, el nivel de desempeño de cada programa social, entendido como la capacidad que ha demostrado para resolver el problema público que le dio origen. Es decir, una herramienta de rendición de cuentas sobre los efectos de los programas y no sobre sus insumos. Adicionalmente, el INDEP ofrece una clasificación de seis categorías que explica y contextualiza la calificación de desempeño otorgada a cada programa y que brinda pautas de actuación claras y precisas para que los tomadores de decisiones en el Ejecutivo y el Legislativo mejoren la racionalidad de los programas y del presupuesto que les asignan, así como sus previsiones de transparencia e institucionalidad para evitar su utilización en fines distintos a aquellos para los que fueron creados, por ejemplo, fines electorales.
Los resultados de la edición 2014 del INDEP son un fiel reflejo del actual estado de la administración pública en México: pequeñas ínsulas de alta institucionalidad, transparencia, rendición de cuentas y compromiso con la mejora continua, rodeadas de mares de prácticas inerciales, opacas e impermeables a la rendición de cuentas y al cambio para la mejora, a pesar de las toneladas de evidencia robusta para ello.
El llamado es a las y los integrantes de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados a mantener la tendencia de asignar más a los programas transparentes y de alto desempeño; pero también a romper (por fin) con la otra tendencia perniciosa: más programas sociales (se siguen incrementando año tras año) pequeños, dispersos e impermeables a la transparencia y al cambio, muy probablemente porque han sido pensados para servir y mantener clientelas más que para resolver problemas públicos.
El próximo año tendremos elecciones y es este conjunto de programas el que tiene las condiciones propicias para ser utilizados con fines electorales.