El pasado 23 de octubre en Ginebra México recibió 180 recomendaciones a su Informe en materia de Derechos Humanos, presentado al Consejo respectivo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Lo que ha sido publicado en la prensa como algo negativo.
Lo cual no necesariamente es así, aunque no es propósito de la presente reflexión hablar de ello, sino más bien de parte del contenido de dicho informe (puede bajarlo aquí: http://bit.ly/174c6fs) y contrastarlo con el planteamiento filosófico de Avishai Margalit en su libro La sociedad decente.
Aunque antes hay que decir que lo sucedido en Ginebra corresponde al mecanismo llamado Examen Periódico Universal (EPU) al que México se presenta por segunda ocasión este año, ya que el primero se desarrolló en 2009. También hay que decir que la delegación mexicana señaló que será hasta marzo de 2014, cuando responda si acepta o no la recomendaciones mencionadas al principio.
Pero como mencionamos dos párrafos arriba, nos interesa contrastar o confrontar sólo dos aspectos del informe de nuestro país con tales conceptos analizados por Margalit en su libro, igual mencionado arriba, en el apartado titulado “Las instituciones humanas sometidas a examen”.
El primero de ellos se refiere a lo que el informe llama en el punto k de su apartado de “Derechos económicos, sociales y culturales”, Derecho a la alimentación, desglosado en cuatro puntos. Dentro de los cuales destaca el segundo que dice que en enero de este año se lanzó “la Cruzada Nacional contra el Hambre, una estrategia de inclusión y bienestar social que busca garantizar la seguridad alimentaria y nutrición de los 7.4 millones de personas en pobreza extrema…” En el mismo sentido menciona otras políticas públicas en la materia como el Programa Oportunidades y el Programa de Apoyo Alimentario.
Medidas que se pueden considerar como propias de lo que algunas teorías económicas denominaron Estado de bienestar. El que necesariamente refiere a una sociedad del bienestar, la cual, dice Margalit “…crea personas dependientes que carecen de respeto hacia sí mismas,…” Es decir una sociedad paternalista que “perpetúa la ciudadanía de segunda clase.”
Por lo que se pregunta el filósofo si la pobreza en sí es humillante. Lo que responde de manera afirmativa. Recordemos que una sociedad decente es aquella en la que el Estado no humilla a las personas, es decir que las ve y trata plenamente como seres humanos.
En tal sentido, políticas públicas orientadas a combatir la pobreza o el hambre (como pobreza extrema) parecieran tener la buena intención de convertir a una sociedad como decente, donde actitudes de lástima o caridad no fueran necesarias. El asunto es que como dice Margalit, partiendo de la perspectiva cristiana, “El problema de la sociedad no es cómo eliminar la humillación eliminando la pobreza, sino como eliminar lo humillante de la pobreza.”
El otro aspecto a mencionar está relacionado con el anterior porque se refiere lo que Margalit analiza como desempleo en una sociedad decente.
Dice el mencionado informe de México en el punto M, titulado “Derecho al trabajo y protección de los derechos humanos en el ámbito laboral”, del apartado mencionado, que “El Servicio Nacional de Empleo (SNE) mediante el Programa de Apoyo al Empleo (PAE)… benefició a 5.062,708 personas, con acciones de ocupación temporal, colocación y/o preservación en el empleo, obteniendo una tasa de colocación del 25.4%.”
Mientras, Margalit afirma que lo malo del desempleo, “…no es la falta de empleo, sino la falta de ingresos.” Y opina, cosa con la que no es difícil estar de acuerdo, que “las personas consideran que su trabajo es valioso cuando éste les permite ganarse la vida sin tener que depender de la buena voluntad de los demás.” Por lo que: “Una sociedad decente debe proteger a sus miembros contra el desempleo masivo,…” Vale preguntar, ¿Qué tanto las acciones mencionadas en el párrafo anterior ayudan a esto en México?
Qué nos recomendaron al respecto de los dos puntos que hemos analizado, 88 de los 193 países miembros de la ONU, en la reunión mencionada al principio. Sería interesante conocer tales recomendaciones, así como qué podría el gobierno responder no sólo en el sentido de si las acepta o no, sino qué se estaría haciendo para resolver la problemática.
Bueno, pero dejemos hasta aquí la reflexión de hoy y nos emplazamos para retomar el tema a propósito de que hoy se estará celebrando en Apizaco, Tlaxcala el 2º Festival de Derechos Humanos en el que la CAIPTLAX participará.