La pandemia del COVID-19 ha evidenciado que la situación de emergencia sanitaria nos afecta de formas distintas a las mujeres en sus diversidades y que ésta afecta más a las personas en situación de vulnerabilidad, por lo que se vuelve necesario integrar una perspectiva de género en la creación y aplicación de políticas públicas y no solamente eso, sino ampliarla con una visión de interseccionalidad.
Los riesgos y las afectaciones diferenciadas entre mujeres y hombres saltan a la vista. De acuerdo con la Red Nacional de Refugios se han atendido más de 41 mil llamadas de emergencia al 911 por violencia doméstica e incrementaron 30% las peticiones de asilo. También se reconoce un aumento en la carga de trabajo en labores de cuidado y del hogar realizadas por mujeres, pues son ellas quienes dedican poco más del doble del tiempo registrado por los varones a estas actividades. A medida que la pandemia avanza, los impactos hacia las mujeres se hacen más palpables; por ejemplo, las mujeres son las que enfrentan un mayor riesgo de exposición al COVID-19 en todo el mundo, ya que cerca del 70% del personal de atención médica y servicios sociales son mujeres. Sin duda, la pandemia tendrá un impacto además, en el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, pues las mujeres embarazadas requieren de atención prenatal, y aún se desconoce si es seguro acudir a una clínica.
La problemática es mucho más compleja en México donde se vive una crisis que ha implicado una degradación generalizada de las condiciones de vida y, por ende, la multiplicación de las desigualdades. Es decir, la pandemia del COVID-19 hace más evidentes las desigualdades estructurales y la precariedad en la que viven algunas mujeres; en concreto, ha agudizado más su vulnerabilidad, como es el caso de las mujeres del municipio de Ayutla que en momentos en los que es indispensable poder lavarse las manos, no tienen acceso al agua, y el de las mujeres enfermeras que además de trabajar bajo condiciones salariales precarias, se han enfrentado a una discriminación sistemática que ha aumentado con la emergencia sanitaria.
Por ello, vale la pena plantearnos ciertas preguntas que nos permitan entender la posición de subordinación en la que nos encontramos las mujeres, así como preguntarnos qué vidas han sido precarizadas y excluidas, y cuáles privilegiadas y rescatadas, pues esto será la clave para vislumbrar algunas estrategias que mitiguen las desigualdades.
Ante la emergencia del COVID-19, en Fundar consideramos importante discutir sobre los impactos que esta pandemia tiene en la vida de las mujeres, pero también, reflexionar sobre las políticas que el Estado ha colocado hasta ahora en el debate público y su pertinencia en el contexto actual. Para ello, les invitamos a sumarse a la conversación digital “Desafíos para la igualdad de género frente a la pandemia” el próximo 28 de abril a las 12 horas, como parte de “Articulaciones: diálogos sobre COVID-19, derechos y desigualdades”.
Por: Beatriz Olivera es investigadora en el programa de Territorio, Derechos y Desarrollo de Fundar. El presente texto y la conversación digital han sido resultado de un trabajo colectivo interdisciplinario entre las compañeras de Fundar.
Fuente: Animal Político