Ideólogos, profetas y hermeneutas diversos, se han esforzado en los últimos cinco años (pobres), en tratar de argumentar y descifrar lo que hay de bueno y progresivo, de audaz y democrático en el gobierno actual, de encontrar las bondades en eso que conocemos como lopezobradorismo.

Tarea difícil, enredada e imposible si hacemos caso a lo mero importante. No a las intenciones, no a los discursos, no a los gestos ni a los propósitos implícitos… a los resultados. Si examinamos esa dimensión -las consecuencias reales de este gobierno- aparece la inapelable realidad. Veamos.

El presidente de la República y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) desde finales de 2018, han protagonizado una profusa incursión política bajo la forma de leyes, decretos -incluso memorandas- e iniciativas que están trastocando a casi todos los elementos del sistema constitucional democrático. Desde la división de poderes hasta el sistema federal; desde la libertad de prensa hasta la libertad de cátedra y gestión en universidades y centros de investigación; desde la laicidad del Estado hasta la representación en el Congreso; desde la independencia judicial a la autonomía de las autoridades electorales. Todo eso, sin que hayamos tenido un balance general y de conjunto.

Los que juegan al Tío Lolo, los que se niegan a ver el escenario, arguyen que entregar la seguridad pública a un ejército cuya instrucción es no enfrentar a la delincuencia, dejar incompleto al INAI (la autoridad de transparencia) o dejar desmochado al Tribunal Electoral; que borrar al fondo para atender desastres o desmantelar el poder judicial, el seguro popular y las políticas de protección ambiental son, a lo sumo, cosas discutibles. Pero si ustedes tienen la paciencia de ver el conjunto, la sumatoria de omisiones, destrucciones, demoliciones y desmantelamientos de la vida estatal, pública y política caerán en cuenta que el retroceso mexicano es real y también, inmenso.

Por eso, desde el Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD), intentamos hacer un recuento de paisaje, caso por caso, de las decisiones y resultados del lopezobradorismo, y el daño es el común denominador.

Vastas áreas de nuestra vida colectiva han empeorado, muchas capacidades retroceden, destruidas por una prisa radical que gusta llamarse a sí misma “transformación”, pero que no ha traído nada mejor: ni en la salud, ni en la educación básica, ni en la seguridad pública, ni en el mejoramiento urbano, ni en la agricultura, ni en el quehacer científico, ni el trato a los migrantes y mucho menos en las condiciones del funcionamiento democrático.

Insisto: López Obrador incitará una discusión sobre decenas de reformas -algunas estrambóticas- legales y constitucionales para el 5 de febrero próximo, intentando eludir y evadir, precisamente lo que nosotros planteamos: los resultados prácticos de su gobierno. Según nosotros, es lo que importa.

Este balance es público y ya está en librerías. Se llama “El daño está hecho” bajo el sello de Grano de Sal. No hablamos de especulaciones ni de ilusiones, sino del desenlace comprobable de un gobierno voraz y autoritario, que no ha podido consumar su apetito porque existen instituciones democráticas que se lo han impedido. Eso define, precisamente, el presente político de México.

Fuente: Crónica