Con motivo de los ochenta años del Fondo de Cultura Económica, el Presidente Enrique Peña Nieto inauguró el programa “Conversaciones a fondo” una emisión conducida por José Carreño Carlón en la que con el apoyo de 5 comunicadores más, hicieron un balance de los resultados del Pacto por México.  (http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=434766&idFC=2014)

Visto en perspectiva, en un tiempo récord y con  escasa resistencia y deliberación pública en el Congreso, se  aprobaron modificaciones en materia política, energética, telecomunicaciones, hacendaria, financiera, educativa, penal, laboral, de competencia y de transparencia y acceso a la información,  además de una nueva ley de amparo que sin duda modifica los cimientos del sistema político mexicano. Las negociaciones partidistas, y no las necesidades públicas, fueron las que determinaron la prioridad y secuencia de las reformas.  La columna vertebral del alud de reformas aprobadas tiene que ver con el combate a la corrupción y sin embargo, el tema ha quedado relegado.
El panorama actual es poco alentador. En primer lugar, pareciera que la agenda anticorrupción sólo aparece cuando existen suficientes incentivos político-electorales. De esta manera, “atrapar peces gordos” genera la efectiva, pero efímera ilusión, de estar reduciendo la impunidad. En segundo lugar,  el diagnóstico  compartido por algunos tomadores de decisiones, tal y como el Presidente Peña lo expuso en el programa, es muy limitado y no permite diseñar soluciones de largo aliento. Cuando el Presidente  asegura que la corrupción es un problema cultural pero que puede combatirse con más transparencia, mejor educación y con un marco legal que sancione conductas públicas y privadas, se ignora la evidencia donde muestra que la corrupción no es inevitable pero que transparencia sin consecuencias genera cinismo. El fenómeno de la corrupción implica un entramado de relaciones, comportamientos e instituciones que funcionan de manera sistémica, de ahí su enorme complejidad y de ahí la necesidad de una serie de acciones para enfrentarla.
El verdadero Pacto que requiere el país es aquél que alcance los acuerdos para modificar comportamientos, prevenir y corregir fallas institucionales, generar responsabilidades públicas y articular mecanismos de rendición de cuentas en beneficio de la ciudadanía.  Sólo hasta entonces y no ahora conoceremos de la eficiencia, competitividad, equidad, calidad educativa y desarrollo anunciados con las reformas.