Las fotografías que les han tomado juntos dicen que hay química. El presidente y Raúl Plascencia Villanueva simpatizan. Todas las imágenes de ellos que aparecen en la red muestran sonrisas y apapachos mutuos. Que nadie se engañe, entre ambos hay un buen entendimiento que podría prolongarse si el defensor nacional de los derechos humanos fuera reelecto por el Senado.

Por sobre todas las cosas Plascencia quiere el voto favorable del presidente. Apenas hace diez días, en la inauguración del Congreso Internacional del Ombudsman, celebrado en la ciudad de México, presentó a EPN como un mandatario modelo. Dijo sin rubor, frente a varias decenas de extranjeros, y también del aludido: “Esperamos que todos los jefes de Estado de la región iberoamericana puedan seguir (su) ejemplo”.

Al pronunciar estas palabras no lo conmovieron las tragedias de Tlatlaya o de Ayotzinapa, hechos que han sido calificados, también por voces internacionales, como crímenes de lesa humanidad.

No era posible ocultar que militares y policías estaban detrás de esos eventos y, sin embargo, Plascencia intentó hacerlo. Luego, para esconder su error no tuvo una mejor idea que levantar el brazo de Peña Nieto y exhibirlo como un líder mundial de los derechos humanos.

Ante una realidad violentada por los abusos de las autoridades mexicanas, ¿cuánto ayuda al presidente del país contar con un ombudsman tan zalamero?

Pero su ambición no se detuvo ahí. En ese mismo evento, donde él era anfitrión, pidió a través de su homólogo boliviano que los defensores de varios países firmaran una carta de respaldo a su gestión al frente de la CNDH para usarla a favor de su causa.

Fue de mal gusto colocar a sus invitados en una circunstancia tan incómoda. Estaban desconcertados por lo que de un lado escuchaban dentro de esa reunión y del otro leían en la prensa mexicana.

Acaso por ello la moción terminó siendo rechazada con el razonamiento de que la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO) no debía involucrarse en un proceso político interno de México.

Asegura Plascencia que existe una conspiración para destruirlo y que detrás de ella están algunos enemigos suyos que también son del presidente.

Sorprende, sin embargo. que no tenga conciencia sobre su actuación, a la vez sumisa y desvergonzada, que es el elemento clave en contra de su reelección. Nadie conspira mejor para derrumbar su propia candidatura que él mismo.

El ombudsman no debería olvidar que Peña Nieto rara vez se guía por simpatías. Si la química importara para el habitante de Los Pinos, Eruviel Ávila no sería gobernador del Estado de México.

El pragmatismo político de Peña Nieto ha dado más de una prueba. En este tema el presidente sabrá que necesita alguien con capacidad para resolver conflictos, acercar a la sociedad y sumar confianza.

Si las circunstancias fueran otras, la complacencia de la CNDH podría ser bienvenida. A ningún gobernante le cae mal que el Ombudsman quiera ser tan su amigo. Que esté dispuesto a tapar y encubrir, a retrasar una recomendación o a presentarla de tal manera que no haga olas.

Pero la coyuntura amerita un tipo diferente de colaboración entre el gobierno de la República y la CNDH. ¡Qué otros jueguen de porrista! No es con espaldarazos burdos ni fuegos artificiales que el gobierno podrá enfrentar una crisis provocada por la complicidad entre el crimen y las autoridades mexicanas que afecta a los tres ordenes de gobierno.

Una realidad donde los soldados ejecutan civiles y la policía asesina estudiantes no se resuelve con la buena voluntad de los obsecuentes, sino con la colaboración sobria y eficiente de los profesionales.

Durante su primer mandato Plascencia Villanueva perdió la oportunidad de confirmarse como un defensor independiente. Al hacerlo así se convirtió en un fusible quemado para Peña Nieto.

No es que la CNDH necesite a la cabeza un enemigo del presidente. Pero de nada va a servir un ombudsman nacional que posea una voz sin legitimidad dentro y fuera del país.

Zoom ¿Habrá sido con recursos de la CNDH que se financiaron el Congreso Internacional y la Asamblea General de la FIO, celebradas a principios de mes? Si así fuera cabe acusar a Plascencia Villanueva de estar utilizando dinero público para promoverse, ya que fue durante los trabajos formales de ese foro que requirió el apoyo signado de los invitados extranjeros a favor de su reelección.

Fuente: El Universal