La administración pública mexicana está repleta de instancias, normas, procedimientos y coreografías diseñados para que las y los funcionarios rindan cuentas. Sin embargo, como lo ha documentado y señalado la Red de Rendición de Cuentas, y muy particularmente, Mauricio Merino, estos dispositivos adolecen de una gran fragmentación que les impide ser eficaces. En el mejor de los casos, se  suele rendir cuentas sobre la probidad (o la falta de ella) en el ejercicio de los recursos públicos. Sin dejar de reconocer que esto es necesario y sano para cualquier democracia, la realidad nos dice que se puede ser perfectamente probo en el ejercicio de los recursos a la vez que perfectamente ineficaz en la resolución de los problemas públicos. Al final del día, el leit motiv de un gobierno es resolver problemas públicos.

Trascender el paradigma de una rendición de cuentas basada en los insumos de las políticas públicas y lograr que la ciudadanía reciba cuentas claras, oportunas y robustas sobre los resultados de las mismas, es sin duda un camino que apenas se comienza abrir en el agreste campo de la administración pública mexicana. Sin dejar de reconocer los importantes esfuerzos en este sentido realizados hasta ahora por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público son su Presupuesto basado en Resultados, por el CONEVAL en su tarea evaluativa de la política social, por la Auditoría Superior de la Federación con sus auditorías de desempeño, y por las obligaciones de transparencia bien tuteladas por el IFAI, la realidad es que tenemos aún ante nosotros una gran brecha que debemos cerrar para alcanzar mejores estadios de rendición de cuentas.

Para contribuir a cerrar dicha brecha, en GESOC, A.C. (organismo independiente de la sociedad civil) hemos diseñado y publicado anualmente y de forma sistemática desde el año 2009, el Índice de Desempeño de los Programas Públicos (INDEP) que integran la política social del gobierno federal, y que representaron para el año 2012 casi 400 mil millones de pesos (aproximadamente el 14% del gasto público programable del presupuesto federal).

El INDEP 2012 refleja, en una escala numérica que va de 0 a 100, el nivel de desempeño de cada programa, entendido como la capacidad que ha demostrado para resolver el problema público que le dio origen. Es decir, una herramienta de rendición de cuentas sobre los efectos de los programas y no sobre sus insumos. Adicionalmente, el INDEP ofrece una clasificación de seis categorías que explican y contextualizan la calificación de desempeño otorgada a cada programa y que brindan pautas de actuación claras y precisas para que los tomadores de decisiones en el ejecutivo y en el legislativo mejoren la racionalidad de los programas y del presupuesto que les asignan.

Los resultados del estudio para este año arrojan que 113 de los 163 programas (69%) son actualmente incapaces de resolver el problema público que atienden, o bien, ni siquiera proporcionan la evidencia mínima requerida para estimar su desempeño. El presupuesto invertido a estos programas en este año fue cercano a los 180 mil millones de pesos, esto equivale a 45% del total del gasto social federal. La otra cara de la moneda son los 42 programas (25% del total) que presentan buenos niveles de desempeño y en los que se invierte la mitad del presupuesto social (51%). Esta es en realidad la base programática-presupuestal sólida de la política social y con la cual cuenta el Presidente Electo Enrique Peña Nieto y su equipo para alcanzar el gobierno eficaz que nos ha ofrecido. El resto son programas de dudosa calidad y eficacia.

En el INDEP, la nueva administración federal tendrá evidencia sólida y robusta que le permitirá dar pasos gigantes hacia la erradicación de la triada de “íes” que tanto daño han hecho a la política social: la Inercia, la Ideología y la Ignorancia. Además, la información completa del estudio está tan sólo a un par de dedos de distancia: en una aplicación web interactiva navegable en tabletas, teléfonos inteligentes y también en PCs, bajo la siguiente dirección: www.indep.gesoc.org.mx.