A pesar de los esfuerzos de la presente administración, de 2016 a 2023 México subió apenas un punto en calidad del Índice de Percepción de la Corrupción. Y es que si bien es cierto que lo que podría llamarse la primera escalera de la corrupción ha sido atenuada, como lo demuestra una mayor efectividad del gasto público (más acciones con el mismo presupuesto), los siguientes escalones que abarcan sucesivamente más actores no han tenido el éxito del primero.

No necesitamos acudir al índice para apreciar esta percepción que de boca en boca se pasa entre la sociedad civil sobre innumerables anécdotas de corrupción. Parece ser que la solicitud de corrupción por parte de los empleados públicos de menor nivel ha venido a compensar la ausencia de corrupción de sus jefes, en una situación en la que no hemos logrado atenuar la oferta o aceptación de la famosa “mordida” entre los ciudadanos.

Paradójicamente, el periodo más corrupto de nuestra historia reciente (2012-2018) hizo énfasis en consolidar toda la estructura institucional que en la literatura dice necesitarse para controlar la corrupción, a través del establecimiento del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), que comprende a todas las instituciones, funciones y coordinación, como para que los resultados fueran mejores que los observados.

Si el entramado teóricamente adecuado está ahí, quizá lo que convenga ahora es urgentemente crear la Agencia Federal Anticorrupción, propuesta por Claudia Sheinbaum, que presida al SNA y que le reporte directamente al Ejecutivo. Tal y como funciona el Consejo Nacional de Seguridad Pública, que, como hemos visto, ha mostrado resultados positivos en todos los indicadores de inseguridad, incluida la percepción del público.

La mencionada agencia debe tener como prioridad una evaluación del porqué cada una de las instituciones involucradas en el SNA no funcionan. Los temas están sobre la mesa, como la efectividad del INAI y del Consejo de la Judicatura.

Es necesario también el énfasis en la efectividad del gobierno, que también ha señalado Claudia Sheinbaum, para reducir los incentivos de los ciudadanos a ofrecer dinero, para ser atendidos universal y efectivamente y mejorar la confianza hacia el gobierno.

Fuente: Milenio