Resulta frecuente encontrar declaraciones de políticos y titulares de órganos de control y fiscalización que afirman promover la transparencia, rendición de cuentas y el combate a la corrupción, sin embargo, que colectivos como la Alianza para el Gobierno Abierto, aseveren “Las Entidades de Fiscalización Superior (EFS) son fundamentales para identificar y mitigar los riesgos en el uso de poderes y en la movilización de recursos extraordinarios relacionados con las medidas económicas y sociales para afrontar la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias” (La participación ciudadana en la fiscalización: Pieza central para una respuesta y recuperación abiertas, RRC, octubre 2, 2020, negrita del autor) preocupa, y más debe ser motivo de ocupación. Entonces:
¿Son?
Del verbo ser. Presente, modo indicativo. Se dice que las oraciones en modo indicativo son aquellas en las que el modo verbal de la oración indica que la acción, el estado o el proceso que expresa el verbo es un hecho. Pero sí la auditoría, herramienta o instrumento que hace posible la fiscalización, no logró identificar ni mitigar la crisis bancaria y financiera del 2008, como tampoco que JP Morgan Chase, HSBC, y otros grandes bancos hicieran caso omiso a las medidas de combate al lavado de dinero y movieran enormes cantidades de dinero ilícito provenientes de redes criminales y personajes oscuros que han originado caos y socavado a la democracia en todo el mundo, según FinCen Files. Y no obstante que en cada banco opera una dirección o gerencia de auditoría interna, sujeta a auditoría externa, y supervisada por órganos reguladores, Ninguno puso en la agenda o en la mesa de discusión el papel de la auditoría, y tampoco fueron suficientes los innumerables escándalos bancarios, corporativos y financieros, ni las cuentas públicas maquilladas o el endeudamiento público excesivo que han puesto al borde del precipicio a las entidades públicas.
Por lo que no es coincidencia ni extraño que después de la crisis en Lehman Brothers, Barak Obama en el año 2009 promulgará el “Memorando sobre Transparencia y Gobierno Abierto”. Acción que ha constituido un referente para las diversas iniciativas sobre Gobierno Abierto, aunque en el fondo constituyó una negación a reconocer la realidad de la auditoría, y por ende, de la fiscalización, tal como lo hacen los políticos y los responsables de las EFS.
Lo que ha profundizado la inadaptación o ineficacia cada vez mayor de la auditoría y fiscalización. Sí en tiempos normales han fracasado, qué puede esperarse en tiempos extraordinarios.
Por ello la conclusión de Carolina Cornejo, Directora de Gobierno Abierto de Argentina, “la integración de las EFS a los procesos de OGP (Alianza para el Gobierno Abierto) cobra más relevancia que nunca” (ibídem) es equivocada. Porque solamente las EFS se integrarán a los procesos de Gobierno Abierto, si son capaces de generar un nuevo modelo de auditoría y fiscalización.
Para un Gobierno Abierto, una Fiscalización Abierta.
Mario Alberto Gómez Maldonado