Cómo olvidar el 26 y 27 de septiembre del 2014, cuando 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron. Así nada más, no se supo más de ellos. Las personas sufrimos eventos traumáticos en nuestras trayectorias de vida. Este evento lo fue para la nación. Los días que siguieron fueron de profunda zozobra. Para mí, un abismo de intensa emoción y expectativa de que estuvieran vivos y estuvieran bien. Pasaron horas y días que fueron sembrando la certeza de lo peor: no los encontraríamos vivos, no los encontraríamos bien. Qué tristeza.

En este país en que la indiferencia parece asumida, los mexicanos cobramos caro el desdén gubernamental. Peña Nieto, tan altivo cuando promovía su paquete de reformas para mover a México, se convirtió en un enanito al frente del gobierno. Sin capacidad para resolver el caso o por lo menos para ser empático. Un gobernante sin uno u otro atributo es inservible. Así fue el presidente de México en aquel momento.

No tengo la contabilidad de los días, pero ya son muchos, muchísimos, sin que los mexicanos tengamos una versión creíble basada en hechos y evidencia de lo que sucedió aquel 26 de septiembre. Mi conclusión: hay encubrimiento. La incompetencia de la entonces Procuraduría estaba probada, pero no me compro la idea de que usando todos sus recursos no haya formado una descripción apegada a la verdad de lo que ocurrió. Lo que tenemos son contubernios. Pactos de impunidad.

Tenemos más de tres años bajo un nuevo gobierno, que prometió desmantelar un régimen basado en la impunidad. Sin embargo, no hay nada más tremendamente presente que eso: impunidad. En el gobierno de López Obrador la violencia inclemente ha estado igual o más presente que en administraciones anteriores. 28 periodistas asesinados en medio sexenio, las vidas segadas de decenas de candidatos a puestos de elección popular, más de 33 mil asesinatos por cada año de su gobierno. La continuidad es pasmosa. Presidente: tu gobierno es más de lo mismo.

El presidente de México tiene más rencores que soluciones a los problemas públicos nacionales. Vive en el realismo mágico de las novelas, no en la realidad del uso de su liderazgo para impulsar soluciones a problemas concretos.

Por eso, no identifica los puntos nodales de la trasformación que busca (si creemos que ése era un propósito). Todo problema público necesita resolverse con diagnósticos, instrumentos y capacidades. La voluntad de un líder es importante para hacer lo anterior posible. Capacidades y voluntad parece un binomio necesario. Si en esta administración tuviéramos la combinación de ambos elementos, este país estaría en camino de superar sus taras.

Pero el presidente ha preferido administrar la impunidad: ha sido inclemente con sus enemigos; pasivo y dócil con sus cercanos. La elección de Gertz Manero como fiscal sella la continuidad. El fiscal general hace persecución a modo y cobra vida propia cuando la agenda es suya. La Fiscalía autónoma, que prometía tanto, se ha convertido en un instrumento de amenaza política al servicio de los fines del propio fiscal y luego del presidente. A estas alturas no sé si el propio presidente haya hecho conciencia de su mala decisión y no sepa cómo deshacerse de esta persona que representa un enorme pasivo para su gobierno. Esa Fiscalía era la gran palanca para cambiar los términos de poder en este país, para desmantelar el pacto de impunidad.

Viendo esta realidad no puedo permanecer indiferente al tuit diario que coloca Epigmenio Ibarra a través de cuenta de Twitter. Él hace un pase de lista diario de las 43 normalistas asesinados. Hay que recordarlos. Si no hay justicia, no puede haber olvido. Yo lo invitaría para a que en ese pase de lista incluya a las víctimas de este gobierno. Son tantas (o más) como en administraciones anteriores. Siendo Epigmenio un periodista y comunicador sensible, debería incluir por lo menos a los 28 periodistas asesinados en esta administración, no pido más. La contabilidad de los más de 30 mil al año la llevo yo y muchos mexicanos e instituciones a las que las muertes violentas no les son indiferentes.

En ese pase de lista habría que incluir, como letanía diaria, lo que debemos hacer para terminar con la impunidad. Un listado de lo imprescindible para que este país cambie: una Fiscalía que sirva, con autonomía en sus procesos de investigación; con profesionales al frente de las investigaciones, con policías de investigación provistos de entrenamiento y recursos para que sean capaces de develar, con evidencia, la verdad de los hechos. Que investiguen fenómenos criminales, no casos aislados, en el marco del plan estratégico de persecución penal. Todo esto buscábamos con la transformación de la procuración de justicia que Gertz mató.

En mi pase de lista diario, repetiré y repetiré lo que necesitamos. Para que el paradigma de poder cambie en este país. Para terminar con el pacto de impunidad. Ese será mi pase de lista diario. ¿Quién se suma?

Fuente: https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/edna-jaime/2022/01/28/mi-pase-de-lista-diario/