Los temblores que hemos tenido en este mes de septiembre han sacudido a todo el país. Primero, el 7 de septiembre Chiapas y Oaxaca con graves afectaciones. Después, el 19 de septiembre, fecha emblemática por el terremoto de 1985, volvió a sacudir no solo a la Ciudad de México, también hubo afectaciones en otras siete entidades: Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla, Veracruz y Tlaxcala. La solidaridad de la ciudadanía con las personas afectadas se dio de manera inmediata en todo el territorio nacional y ha sido ejemplar. El trabajo de autoridades, instituciones, voluntarios y rescatistas nacionales y extranjeros no se ha dejado de ver en cada una de las zonas que requieren apoyo.

A pesar de todos los esfuerzos, ha sido triste ver que gobierno y ciudadanía no logran conjugarse del todo. La poca credibilidad de nuestros gobiernos ha ocasionado una ola de críticas hacia la coordinación de los trabajos de parte de nuestras autoridades. Todos estamos trabajando por un fin común: lograr salir de la emergencia y garantizar que la población afectada pueda ir volviendo a la normalidad lo más pronto posible. Sin embargo, autoridades y sociedad civil requieren hablarse, complementarse, generar los canales de comunicación necesarios para que se tenga la certeza de que todo el trabajo que se está haciendo no será utilizado con otro tipo de fines.

Al pasar los días y conforme las ciudades y comunidades vayan regresando a la normalidad, a su rutina cotidiana, quedarán de manifiesto muchas tareas pendientes para garantizar que efectivamente los afectados cuenten con los recursos necesarios y el respaldo de su gobierno para reconstruir su patrimonio. Ojalá que de esta experiencia logremos que la sociedad y las autoridades puedan hablarse de nuevo. Esperamos que las instituciones diseñen estrategias impecables en el uso de los recursos para la reconstrucción del país. Solo así podrá hacerse una diferencia. Sin duda, todos nos necesitamos, cada uno de los actores que están ahorita en las calles trabajando para salir adelante son piezas esenciales para lograrlo. Nadie sobra en este momento.

Ojalá que esta vez aprendamos la lección. La ciudadanía organizada puede hacer una gran diferencia para impulsar cambios en el quehacer gubernamental. La parte institucional es la que tiene el mandato para impulsar esos cambios. Esperamos que lo haga de la mejor manera y la sociedad debe estar cerca para documentarlo, evidenciarlo y, en su caso, aplaudirlo o criticarlo.

Falta mucho por hacer y requerimos el esfuerzo solidario de todos para que esta tragedia logre cambios de fondo en nuestro México.

 Liliana Veloz Márquez
Directora Ejecutiva de la RRC