Me he presentado a la entrevista como aspirante a Comisionado del inai, el jueves 15 de octubre pasado con los senadores de la república. Comparto lo que ahí dije.

Nuestro proyecto de trabajo se compone de siete ejes. Enumero cinco de ellos para luego enfocarme en los dos restantes, que constituyen nuestra apuesta central: 1. Transparentar los procesos de resolución de Recursos de Revisión, 2. Darle continuidad a los Planes locales de Gobierno Abierto; 3. Proponer un Plan de implementación nacional de la Ley General de Archivos, para construir, en el espacio público, una cultura archivística, 4. Consolidar la Plataforma Nacional de Transparencia, como la herramienta informática más importante para el ejercicio tanto del DAIP como de la PDP en la era de la autocomunicación de masas; y 5 En aras del federalismo, descentralizar lo más posible el funcionamiento del Sistema Nacional de Transparencia.

Señalé enfáticamente que necesitamos definir un nuevo rumbo o pasar a  una nueva etapa, tanto al Derecho de Acceso a la Información Pública (DAIP) como al Derecho a la Protección de los Datos Personales (PDP.

Ese nuevo estadio es trabajar en la Socialización de estos derechos humanos fundamentales.

Debo explicar esto partiendo de que hablamos de la socialización, no como corrientemente se llega a entender, es decir como sinónimo de comunicar o divulgar. 

Nosotros nos referimos al concepto netamente sociológico

La Socialización dice George Simmel “sólo se presenta cuando la coexistencia aislada de los individuos adopta formas determinadas de cooperación y colaboración que caen en el concepto general de la acción recíproca.”

Por tanto socializar estos derechos fundamentales, es hacer que formen parte de la vida cotidiana de la personas. Como ahora podría ser el derecho a la educación o el derecho a la salud.  Se trata de orientar el trabajo a los grupos primarios de la sociedad. La familia, los centros de trabajo o los centros de estudio. Para motivar a las personas a ejercer el DAIP y la PDP, bajo la premisa de que algún beneficio obtendrán al hacerlo.

No es esto, permítanme señalarlo con claridad, una ocurrencia.  Tampoco una quimera. Es algo que ya hemos impulsado desde septiembre de 2017.  Varias organizaciones de la sociedad civil, como México Infórmate, y personas interesadas en el DAIP, hicimos un llamado para generar un Plan Nacional Integral de Socialización del mismo.

Gracias a esto pudimos estar en la discusión del Programa Nacional de Transparencia (PROTAI), a invitación del entonces Comisionado Joel Salas.  Y conseguimos ahí que se incluyera en el mismo lo que hoy llamamos Plan Nacional de Socialización del DAIP (Plan DAI).

Participamos, desde un grupo de expertos, y de manera honorífica, entre 2018 y 2019 en la definición, elaboración, implementación e incluso evaluación del primer plan al respecto. En veinte entidades federativas se llevó a la práctica. Se trató de observar centralmente la utilidad que tendría la información pública que se obtuvo con solicitudes de información.  Es decir el aprovechamiento del ejercicio del DAIP.

Se preguntó, no sólo por preguntar, sino porque se esperaba que la información que nos dieran, pudiera servirnos para tomar una decisión o resolver un problema individual o colectivo.

Por tanto, y este es nuestro sexto eje de trabajo, urge darle continuidad al Plan DAI, buscando hacerlo más integral. Con una perspectiva de solidaridad intergeneracional, o sea, enfocado a los niños y los jóvenes.

Y nuestro séptimo eje, impulsar en el mismo sentido, un Plan Nacional de Socialización de la Protección de los Datos Personales, (en el PRONADATOS) buscando que el ejercicio de los Derechos ARCO y la portabilidad sean herramientas de uso común para todas las personas, contra las violaciones a nuestra privacidad.  Orientándonos de manera específica en lo que ocurre en la web 2.0 y los riesgos que acechan sobre todo a los niños en las llamadas redes sociales.

Permítanme ir concluyendo contando un caso, como anécdota, de que la socialización del DAIP, puede resolver problemas.

En enero de 2015, la hoy senadora por Tlaxcala, Ana Lilia Rivera me invitó a una reunión con vecinos del municipio de Zacatelco. Estaban preocupados porque había rumores de que el agua de unos manantiales  quería ser extraída por una empresa constructora, que incluso ya tenía maquinaria en el lugar y acosaba al presidente de comunidad para que le firmara el permiso para empezar a trabajar.

Les expliqué algo del DAIP y me ofrecí ayudarles haciendo una solicitud de información a la Secretaría de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Vivienda del Gobierno del estado.

No les hago largo el relato, tal Sujeto Obligado dio respuesta a nuestra petición, informando que en efecto había un proyecto, para el que se había firmado un contrato con cierta empresa; y  que “dentro del proyecto mencionado, se ha realizado la cancelación de conceptos relacionado a los manantiales de Zacatelco.”

Curiosamente un día después de que entregamos esta información a los interesados, la maquinaria mencionada se retiró.

Como este caso hay cientos ya en todo el país.  Samuel Bonilla de Transparencia Para Todos los ha documentado y tipificado. Conociendo su trabajo, vengo analizando y planteando esto, sobre todo en mi trabajo con estudiantes universitarios y en esta columna de opinión.

Concluyo.  En el inai y en todo el SNT hace falta autocrítica.  Romper esa pequeña cofradía de la transparencia, de “expertos en la materia”, que no quiere abandonar su banda de confort.

Hacer de un Comisionado del inai, alguien que bien puede ser un conocedor, pero que también es capaz de trabajar a ras de tierra con la gente.  Con el pueblo. Con el demos. Consciente de la necesidad de avanzar en la democratización del país, pero también de construir una sociedad decente, es decir, una sociedad, como dice Avishai Margalit, en la que las instituciones del Estado (y del mercado) no humillen a las personas violentando su privacidad.

Por: C. Cirio R.

twiter: @ccirior