Pensar en el bienestar de la sociedad nos remite a la ida plateada por Aristóteles en su libro Ética, donde el fin de la ciudad es la felicidad, y nos dice que “la felicidad debemos dejarla entre los actos deseables por sí mismos y no por otra cosa, puesto que la felicidad no necesita de otra cosa alguna, si no que se basta a sí misma”, por lo cual una sociedad solo puede ser feliz cuando consigue cierto grado de bienestar que le permite desarrollarse plenamente.

Lo anterior nos remite a la historia, el Estado de Bienestar europeo, que es un respuesta a la crisis económica de 1929 y a los resultados de la Segunda Guerra Mundial que dejaron estragos políticos, sociales, culturales y económicos. La respuesta consistió en generar crecimiento económico justicia social, creando empleos y garantizando servicios sociales. Se construyó, así, un nuevo paradigma de la relación entre el Estado y la sociedad.

La necesidad eminente en nuestro tiempo pasa por fortalecer, en primer lugar, el Estado de derecho para, en segundo lugar, aspirar a un Estado de Bienestar, estos dos aspectos no se dan de manera separada, se deben de construir a la par, ya que el bienestar de una sociedad fortalece el derecho, porque el bien vivir hace que la sociedad se convierta en guardiana y defensora de la legalidad que le permite acceder a un Estado de bienestar y la felicidad.

Nuestra nación tiene enormes desigualdades, hoy en día todas las corrientes políticas han defendido y hablado sobre la necesidad de mantener los programas sociales, ya que son un instrumento que disminuye la brecha de desigualdad. Pero, es necesario dar un paso más para que el programa se transforme en el puente que permita mejorar la calidad de vida del ciudadano.

Quitando los programas destinados a adultos mayores y personas con discapacidad, el resto deben de ir de la mano con la generación de empleos dignos y bien pagados, los cuales permitan a una familia tener el ingreso necesario para garantizar una buena calidad de vida.

Tener un Estado de bienestar en México es posible, se tienen los recursos materiales humanos, necesarios, para lograrlo, solo se debe de impulsar la creación de empleos a través de la iniciativa privada nacional y extranjera; de la inversión, por parte del Estado, para construir, ampliar y mejorar la infraestructura pública del país; también se tiene que invertir en servicios sociales de calidad como es la educación, la salud, el seguro de desempleo y la jubilación, esto disminuye el gasto que una familia destina a estos servicios y se evita así el empobrecimiento de su ingreso.

La felicidad de la sociedad es el fin del Estado y pasa por generar las condiciones que permitan a la colectividad desarrollarse, crecer y desenvolverse en un ambiente de oportunidades que le garantice que cuando se enferme tendrá un hospital al cual acudir, cuando termine sus estudios tendrá un trabajo con cual satisfacer sus necesidades, cuando se jubile tendrá una pensión que le permita vivir dignamente.

El próximo gobierno debe de aspirar a lograr la creación de empleos bien pagados que le permitan impulsar la economía y por tanto fortalecer el Estado de bienestar, todo esto implica ver al ejercicio de gobierno como una herramienta para alcanzar el bien común y no como un espacio que beneficie a un grupo o persona.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

Próxima entrega: Tiempo de propuestas y no de ocurrencias (6): Medio ambiente.

Fuente: El Universal