Francisco Javier Acuña

La sacralidad del petróleo en México es indiscutible, así como oneroso y acaso por tanto peligroso. Como las vacas en India al grado que muriendo de hambruna los oriundos de ciertas regiones y comarcas según el rito que impere, no pueden alimentarse de ganado vacuno.

La Reforma Energética fue el punto de partida y de llegada de las otras reformas a la Carta Magna, “reformas hermanas” que siendo todas importantes y algunas urgentes —como la de transparencia: del IFAI— para la democratización de mayor intensidad que demanda el país, fueron reducidas a servir de moneda negociadora para la principal, la perturbadora Reforma Energética.

Un dato curioso, extrañamente, la Reforma Energética fue muy transparente (en su elaboración), porque desnudó a su paso los andamiajes de las negociaciones de las otras a cambio de ésta, así expuso las fibras de sus correspondientes alcances, (como la de transparencia y hasta la política) la Reforma Energética fue factor oculto, pero involuntariamente visible de los contenidos de las otras, cuyas cicatrices quedaron a la vista, como las prendas interiores en el tendedero de la casa de lado.

Esta reforma ha sido alabada y repudiada y se seguirán discutiendo los términos de sus mandatos  al legislador secundario para que baje a tierra el poste de la bandera de la globalidad petrolera mexicana. ¿Cuándo lo hará?

La Reforma Energética fue el origen del Pacto por México y era el último tabú constitucional; sin entrar en detalles sobre las circunstancias de su tramo parlamentario que culminó en la Cámara de Diputados para pasar en fast track a las legislaturas estatales que más de la mitad de las mismas, la aprobaron en menos de 72 horas, mientras que ni siquiera han puesto fecha para dictaminar el correspondiente trámite de algunas de las otras reformas constitucionales aprobadas.

Y eso es bueno, pero malo, opacó a las otras, las predeterminó al aprobarlas y luego en cosa de días puso cada vez más nuevos interrogantes sobre sus efectos interpretativos.

Todo giró y girará en torno a la misma y seguirán las nuevas modalidades de resistencia a sus contenidos y a las formalidades de su aprobación utilizando como válvula de escape la interesante figura de “consulta” (mecanismo de representación directa) para según los adversarios a la Reforma Energética pueda ser tumbada en 2015.

Por lo pronto, la Reforma Energética involuntariamente es un ejemplo de construcción parlamentaria transparente y eso es vital en un contexto históricamente opaco.

Excélsior