Ahora que se aproxima la discusión de la reforma fiscal, hemos de insistir en que la revisión al marco tributario resulta inútil si no viene acompañada de un debate serio y a fondo del ejercicio del gasto público.
En los últimos años hemos observado un incremento en los presupuestos federales, al pasar de 1.1 billones de pesos en el 2000 a 3.9 billones para el 2013. Descontando la inflación y el exiguo crecimiento económico en ese lapso, bien puede decirse que en ese periodo hemos duplicado el gasto federal, pero seguimos enfrentando los mismos problemas en materia de educación, pobreza e inseguridad. El crecimiento del gasto ha sido financiado por nuevos impuestos y por viejos impuestos debidamente incrementados.
Parte del problema aludido se relaciona con la ineficiencia en el ejercicio del gasto, al carecer el marco presupuestal de mecanismos efectivos de transparencia y rendición de cuentas. Decir que una carretonada de dinero se asigna al rubro educativo, no implica una mejora en la educación de los niños mexicanos, si ese dinero se etiqueta a un sindicato de maestros. Lo mismo sucede con las asignaciones a los estados y municipios, si esos recursos se atoran en la burocracia que los ejerce. La ausencia de estos mecanismos genera impunidad y altos niveles de corrupción.
Por lo tanto, antes de proponer un nuevo incremento impositivo, debemos exigir que el Estado frene los altísimos niveles de corrupción, ineficiencia y dispendio público en los tres niveles de gobierno. Para ilustrar lo anterior, permítasenos citar veintiocho ejemplos:
1) Andrés Granier Melo; 2) Humberto Moreira; 3) Luis Armando Reynoso Femat; 4) Marcelo de los Santos; 5) Sergio Estrada Cajigal; 6)Ulises Ruiz; 7) Mario Marín; 8) Amalia García; 9) Leonel Godoy; 10)Arturo Montiel; 11) Tomás Yarrington; 12) Mario Villanueva y 13) Emilio González, por citar a gobernadores de épocas recientes, a quienes se atribuyen desvíos de recursos públicos por miles de millones de pesos con la complicidad de muchos de sus colaboradores y familiares.
En el área de líderes sindicales no pueden faltar personajes como 14)Elba Esther Gordillo; 15) Carlos Romero Deschamps; 16) Martín Esparza; 17) Víctor Flores y todos sus antecesores, quienes han ejercido sus labores con millonarios recursos fiscales.
En el sector político y burocrático debemos mencionar a 18) Jorge Emilio González y al resto de las huestes verdes; 19) Ricardo Monreal y su honorable familia; 20) Mauricio Toledo, levantando la mano por la delegación Coyoacán; 21) Marisela Morales y sus inexplicables compras en la PGR; 22) Miguel Ángel Yunes Linares, con sus propiedades en Miami y a 23) Julián Ricalde, el rico alcalde de Cancún grabado con fajos de 3 millones de pesos, entre muchos otros.
En el tema de los gastos superfluos, ineficientes o excesivos sobran ejemplos como 24) Enciclomedia; 25) las costosísimas campañas e institutos electorales; 26) las pensiones de Góngora Pimentel y las de otros magistrados con novias en la nómina; 27) el financiamiento a los partidos políticos y 28) los legisladores plurinominales.
Por pura ética, el poder público debe resolver este terrible problema de dispendio y corrupción antes de culpar a los contribuyentes de los bajos niveles de recaudación fiscal.