El ser humano tiene una marcada tendencia a abusar y someter, incluyendo a los de su propia especie.

Esta capacidad de violencia desmedida, que se sale del patrón normal del resto de las biologías, provoca daños innecesarios en los más vulnerables. El grupo afectado más importante, entre otras cosas por ser estadísticamente más de la mitad de la especie, son las mujeres.

Si bien es cierto que todos, masculinos y femeninos, podemos ser igualmente violentos, también es conocido que la forma en cómo se ha ido estructurando la sociedad moderna ha generado en el camino dinámicas sociales que le complican la vida de forma especial a la mujer.

En el tema de violencia, existen condiciones institucionales, comportamientos y creencias colectivas que producen un ambiente propenso para que la mujer sea víctima de ciertas formas de agresión social. También basta que estas condiciones impidan la protección y el avance de la vida de las mujeres en circunstancias igualitarias con los hombres para pensar que existe alguna forma de violencia de género.

Este trabajo representa una mirada basal, desde la sociedad civil, de las condiciones generales de violencia social que prevalecen en el oriente de la Ciudad de México y, dentro de este contexto global, descubrir algunos de los riesgos de género que limitan o afecten la existencia de las mujeres en un contexto de paz.

También se propone y aplica una posibilidad de exploración de progresos institucionales en favor de una vida libre de violencia para las mujeres. Para esto nos apoyamos en el modelo de indicadores propuesto por el Mecanismo de seguimiento de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra la mujer (MESECVI) y la utilización de una herramienta de verificación, creada por el autor, denominada Metodología UBIR.

Este texto no pretende ser un tratado sobre género ni un compendio exhaustivo sobre la violencia social. Es un esfuerzo empírico que toma como referencia territorial a ocho localidades de alta densidad poblacional del oriente de la Ciudad de México.

Incluye detrás investigación documental, entrevistas a personas de la región, observación directa y la experiencia personal en el territorio para producir un material de comprensión y referencia práctica.

Se presentan tres capítulos. El primero describe aspectos introductorios de la violencia social y de género, el segundo es el estudio diagnóstico realizado y el tercero integra algunas breves recomendaciones para aprovecharlas en la hechura de políticas públicas de los gobiernos locales.

Las diversas limitaciones para realizar esta investigación impidieron profundizar en el tema con el rigor que se hubiera querido, pero me parece que penetra lo suficiente la corteza de la región como para entender y presentar la dimensión del fenómeno de la violencia social. Arroja pistas muy concretas y consumibles para entender y mejorar el avance institucional del tema en los municipios observados y crear estrategias para minimizar el riesgo de violencia de género.

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