Acostumbrados que estamos a la mendacidad de nuestros gobernantes, desubica a muchos que el gobierno federal actual informe todos los días.

De hecho yo planteo como hipótesis, que las llamadas “mañaneras” son mucho más que conferencias de prensa.  Son inéditos ejercicios diarios de rendición de cuentas.  Es decir cubren los dos elementos básicos del acountability. Por un lado, dice Andreas Schedler, la answerhability, o respondabilidad en español; es decir la obligación (no condescendencia) de los funcionarios públicos de informar; y por el otro el enforcement, es decir la posibilidad de que los gobernados ejerzan su capacidad de sanción, ya sea favorable o desfavorable.

Una consecuencia de esto, como vía para buscar hallar evidencias que prueben nuestra apuesta académica, es el hecho de que, lo ha informado el inai, estos ejercicios públicos encabezados por el titular del ejecutivo federal, han detonado las solicitudes de información a la oficina de la presidencia, y en consecuencia los recursos de revisión.

Ante la noble idea de Andrés Manuel López Obrador de ser transparente, es decir de no ocultar nada, de gobernar “para el pueblo y con el pueblo”, sus opositores buscan más, tratando de encontrar alguna mentira en que pudiera caer.  Ha documentado algo al respecto el columnista Alberto Aguirre,  sobre que es un grupo de personas muy identificado que se ha dado a la tarea de hacer la mayoría de dichas solicitudes y presentar dichos recursos.

Considero así, que podemos hablar de cómo el inédito ejercicio de rendición de cuentas ha propiciado el propio, del Derecho de Acceso a la Información Pública (DAIP).  Ecuación que ha mostrado casos interesantes, como el realacionado con el documento mediante el cual, el presidente se compromete a no buscar la reelección.

Pese a ello sus detractores no pierden la oportunidad de desinformar, sobre todo desde las llamadas redes sociales, principalmente Twitter y Facebook, de que sí buscará reelegirse en el 2024.

En este contexto es que llegamos a la coyuntura de la pandemia del coronavirus o COVI-19.

El gobierno, desde finales de enero, decidió dedicar la mañanera de todos los martes a lo que llaman “El Pulso de la Salud”.  Informan cada semana los avances del nuevo sistema de salud pública, iniciando con lo del polémico caso del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar.

Y como si no fuera suficiente. Nunca es suficiente cuando lo que está en juego es la salud de la gente. Se implementaron las conferencias vespertinas a las 19.00 horas para informar todos los días sobre la pandemia de COVID.  Encomiable labor de comunicación que el Doctor Hugo López Gatell ha encabezado con una paciencia tan enorme como el reto global que el llamado coronavirus ha planteado.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha estado a la altura.  La ciudadanía abajo también.  La gente de a pie, el taxista del último servicio que tuve ayer, sabe; ojo, sabe, no cree, que hay que ser prudente informándose.

Pero lamentablemente la oposición partidista y mediática se ha inclinado por la mezquina labor de desinformar.  De partidizar el delicado tema de una pandemia, es decir de una enfermedad que abarca a todos los países del planeta.

Tenemos de todo.  Desde el lamentable papel de los dirigentes panistas que, sin pruebas, acusan que el gobierno no hace lo correcto hasta las personas de buena fe, que comparten mensajes en Twitter o Facebook sobre supuestos casos de contagio o fallas en el servicio sanitario público.

Apuestan, irresponsablemente que en la lamentable coyuntura, pueden llevar simpatías a su opción partidista. 

Y se equivocan. Invocan encuestas en las que sobrevaloran la disminución de aceptación del presidente en encuestas, o el alza lógica de la paridad peso-dólar.  No perciben el ánimo de confianza y esperanza imperante.

Ya veremos luego de la semana santa, que somos mucho país para la podredumbre de una derecha rancia y nostálgica del pasado corrupto.

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