El análisis de la realidad social y política no puede sustraerse a los referentes de la cultura cívica, en el trazo sustantivo que presenta la formación de ciudadanía.

Esta visión, compartida por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional Electoral (INE), retoma elementos de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica (ENCCÍVICA), para fortalecer la Reforma Educativa y vincular la formación cívica y ética con la construcción de ciudadanía, proyectándolas como estrategia, cuyo propósito es afianzar las estructuras cognitivas de los estudiantes, con el desarrollo humano y la prospectiva de la Nación.

La Agenda Ciudadana de Cultura Cívica debe centrarse en atender, en primer término, a una ciudadanía cuya civilidad potencial se estimule a través de la educación, capaz de asumir un papel protagónico y propiciar un nexo vital entre la pedagogía y los referentes institucionales que le dan marco al desarrollo humano. Esta realidad hace de la cultura cívica el sustento transversal de toda acción gubernamental y el vínculo que articula la inteligencia ciudadana en la concreción y funcionamiento de la tarea pública.

La construcción de la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México en el año 2004, reformada en 2017, advierte plenamente que el tránsito hacia una ciudadanía activa, sólo es posible cuando la estructura jurídica es promotora de la cultura cívica y se une a la educación para construir una sólida base de sustentación democrática.

Esta sinergia gubernamental debe ser emulada a nivel nacional, para que los estados articulen leyes de cultura cívica, que permitan que la formación educativa cambie la dinámica social y consolide las estructuras institucionales, comunitarias y vecinales. Este lazo cívico y ético le da sentido y dirección a la institucionalidad; fortalece la toma de decisiones; concreta la tarea pública; y los ciudadanos, se convierten en agentes transformadores, creando mayores espacios de oportunidad social.

Hemos insistido que Hidalgo requiere instrumentar una Ley de Cultura Cívica, capaz de potenciar los vínculos societales donde la generación de ciudadanos activos constituya una prioridad del Estado. Esta iniciativa resulta trascendente en tiempos donde la incertidumbre y el desconcierto social, obstruyen el desarrollo humano ante la carencia de un vector cultural y educativo, que impulse la hermandad y solidaridad ciudadana, para recuperar los valores morales y los principios fundamentales de la política.

Ello implica vertebrar orgánicamente un Instituto de Cultura Cívica (ICC), cuya horizontalidad asegure el principio de la participación libre, abierta y plural, como condición sustantiva de una democracia inteligente y de vanguardia y apoyo de las estructuras gubernamentales, al fomentar entornos de proximidad, operatividad y colaboracionismo pleno.

Este macro-centro ciudadano debe ser producto de una Ley de Cultura Cívica de vanguardia, que haga posible que la identidad ciudadana se construya desde la educación, y trascienda a la integración social, cuyo espíritu solidario cree condiciones que hagan del ejercicio público un espacio de todos.

México debe transitar más allá de un cambio de gobierno. Las estructuras políticas y sociales exigen la reconfiguración de una República Ilustrada, que haga del capital cultural e intelectual, el componente que afiance la inteligencia social e institucional. Esto es claro y merece una reflexión de fondo.

Una sociedad ilustrada es un aliado inmejorable de la razón y del espíritu de la Nación; constituye un capital que jamás se pierde ni se diluye, porque la prosperidad del intelecto, acompaña los momentos inciertos o de crisis, y encuentra en la tolerancia, la solidaridad y la hermandad, los mejores argumentos de unión, que no pueden ser soslayados.

Asimismo, el espacio público y la actuación conjunta en la toma de decisiones de la tarea gubernamental, se redimensionan; adquieren elementos sustantivos, donde la ilustración hace pedagogía de la acción ciudadana, y traza desde la cultura cívica, una inmejorable estructura para el desarrollo humano.

¿No son acaso estos planteamientos, aspiración de una educación de vanguardia para construir un país desarrollado? Por supuesto que sí.

La formación de ciudadanía se sustenta en la cultura cívica; no puede constituir una postura neutral y desprovista de una intención de Estado. Requiere de una transformación integral del pensamiento político y de una visión de altura, que entienda que la edificación del Estado inicia con su ilustración para incidir en el cambio social, lo que reclama una instrumentación educativa, que le dé estabilidad y solidez a la Nación.

En este trazo, la educación es democrática porque hace de la fuerza ciudadana un proceso direccionado a la preservación y rescate de los valores del Estado, condición sine qua non de la estabilidad socio-estatal, que denota la salud mental de un tejido social que delibera y es partícipe de las construcciones, que hacen posible su porvenir y horizonte social.

No podemos perder la brújula de la cultura cívica en la actual transformación política que vive el país. Afianzar y profundizar la ilustración política en nuestra democracia, implica dotar a la ciudadanía de mayores elementos de formación cívica y ética, que impidan los extravíos y vacíos de la realidad y den sentido a toda conexión humana.

El Estado es la expresión unitaria de la sociedad. Es una sola fuerza, que encuentra en la identidad nacional, el argumento que une y prohíja la vitalidad de sus ciudadanos. Es contundente que la cultura cívica, como dimensión ilustrada, legitima la acción pública e impulsa la racionalidad de una ciudadanía partícipe del espíritu de la Nación.

Este es el momento histórico que México tiene que concretar desde la formación cívica y ética. No puede estar al garete de estas premisas educativas, que debilitadas en los últimos años, exigen ser refrendadas en los derechos civiles, sociales y políticos, para preservar la integridad de los sujetos sociales y ser el prolegómeno del desarrollo humano.

Hoy, el mundo se encuentra aquejado por los mercaderes, hacedores de milagros e ilusionistas, que han hecho del populismo y el fascismo el campo fértil de la ignorancia maniquea. Ilustrarnos no es un reto más para el Estado, sino la encrucijada que marcará el destino de la Nación.

Agenda

  • El virtual Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador, nombró al Manuel Bartlett Díaz como director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Lo felicito y le deseo una exitosa gestión.
  • También anunció cuatro proyectos estratégicos para su gobierno: extraer más petróleo y gas; reconfigurar y rehabilitar las seis refinerías que tiene el país; construir una nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco; y producir más energía eléctrica, fortaleciendo y modernizando las plantas de generación que actualmente tiene la CFE.

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