El pasado 31 de octubre se llevó a cabo en el Instituto Nacional Electoral un Foro Internacional de Debates, cuyo objetivo principal fue compartir diferentes experiencias y visiones, nacionales e internacionales, sobre el sentido y formato que debe darse a los debates que se organizarán en el próximo periodo electoral. Si bien, México tiene poco tiempo de haber comenzado a utilizar los debates como una herramienta para acercar las propuestas de los candidatos en el proceso de las campañas a los puestos de elección popular, no hay duda de que estos ejercicios, bien diseñados, pueden convertirse en una fuente de información para el ciudadano sobre las diferentes visiones y propuestas de quienes aspiran a llegar a ocupar un cargo público.

El momento histórico que está viviendo México, con una falta de credibilidad sin precedentes sobre la clase política, en donde el abstencionismo y la anulación del voto pueden ser los que se impongan, obliga a repensar el formato que debe diseñarse para poder convertir a los debates en un espacio donde la sociedad pueda escuchar a los candidatos hablar sobre temas delicados e incluso incómodos, pero que son prioridad para la gente. Si los debate logran poner a prueba y permiten que los políticos puedan conectar con los ciudadanos, acercarse a ellos, convencerlos, pero sobre todo, generar compromisos concretos, podría elevarse el nivel de exigencia social y, se podrían generar espacios que contribuyan a fortalecer nuestro sistema democrático.

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En este proceso electoral no alcanzará con buscar frases que “vendan o conecten” con el electorado. Se requerirá de un involucramiento a fondo con la gente para realmente convencerlos de que existe alguna alternativa que puede hacer la diferencia. En ese sentido, los debates deben ser diseñados bajo un esquema que logre permear a todo el territorio nacional. Esta condición es indispensable, pero además deben considerarse algunos otros elementos como:

1)        Pluralidad y objetividad en los medios de comunicación. Hoy más que nunca se requiere de un compromiso total de parte de los medios para abrir espacios a todas las fuerzas. Esto va más allá de cumplir con la normativa en la materia. Se requiere hacer un compromiso ético para hablar con total equilibrio sobre las propuestas de todos los aspirantes a los cargos de elección popular.

2)        Diversidad de espacios para el debate. Además de los debates oficiales que organice el INE, seguramente habrá otras organizaciones o medios de comunicación que organicen este tipo de ejercicios. Para este proceso electoral se  estarán disputando 3 mil 326 cargos de elección popular (INE, 2017). “Lo decisivo para la calidad del debate es la cultura institucional de los actores que confluyen en la organización del debate. La calidad puede venir de la mano de un medio de comunicación comercial o público, de una asociación de interés, de la autoridad electoral, o de una convergencia de varios de estos actores. De la misma forma, las malas praxis también pueden venir desde cualquier sector”.  (Ruíz y Alberro, 2012)

3)        Lograr un formato que en verdad ponga a prueba los candidatos. Es importante lograr un equilibrio en las reglas de los debates, que permita flexibilizar los formatos, evite el control de las respuestas de los candidatos, poner a prueba sus conocimientos de los temas que se discutirán en el debate, su capacidad de interlocución, su visión de país. En suma, un formato que permita que el debate se convierta en una herramienta que permita a la gente conocer más a fondo a las diferentes alternativas.

En el contexto en el que se encuentra México, un buen debate sí podría hacer la diferencia para que la gente vuelva a voltear a ver a las instituciones y al proceso electoral como la pieza básica para lograr cambios en el país, redirigir el rumbo y empoderar al ciudadano. Todo el entramado institucional que se ha diseñado para consolidar a la democracia no ha alcanzado todavía para que el ejercicio del voto, se convierta en el mejor ejercicio de rendición de cuentas para nuestro gobierno. El proceso se ha complicado y el sistema de partidos apuesta más a la movilización de sus estructuras que a ejercicios como estos, que realmente pueden llegar al ciudadano común y corriente, sin ningún interés partidista. Sí el debate logra que este sector decida salir a votar, sí podría hacer la diferencia.

Liliana Veloz Márquez

Directora Ejecutiva de la RRC