Como sociedad hemos ido tolerando a la corrupción, a sus principales actores y beneficiarios. Nos quejamos pero compramos en sus negocios; nos molesta, pero adquirimos sus productos; es indignante, pero olvidamos muy pronto el origen de sus fortunas. Les legitimamos con nuestra indiferencia y muchas veces hasta con nuestros votos.
Tenemos la memoria corta y, por más norteños que seamos, difícilmente somos directos y francamente intolerantes con los antivalores cuando se refiere a la corrupción.
El sábado pasado las redes sociales se estremecieron con un suceso chusco pero significativo, aleccionador y muy sintomático. En Twitter el Gobernador de Quintana Roo felicita con familiaridad a Juan Pardinas, Director del Instituto Mexicano para la Competividad (IMCO), por su cumpleaños: “@betoborge: Le mando un gran abrazo y mis felicitaciones por su cumpleaños a Juan Pardinas @JEPardinas, Director General de @imcomx”.
Después de 38 personas que compartieron dicho mensaje (reenviándolo a su vez a sus contactos) y una hora después, el Doctor Pardinas, quien encabeza uno de los esfuerzos más históricos en el combate a la corrupción en nuestro país, respondió marcando distancia con dureza: “@JEPardinas: Gobernador @betoborge Usted y yo no tenemos nada que ver. No me amargue mi cumpleaños con sus falsos parabienes”.
El baldazo de agua fría y lo simbólico de la respuesta sobrepasa lo anecdótico. Me pregunto: ¿debemos ser políticamente correctos con quienes incorrectamente roban el presupuesto para su beneficio personal?
¿Si sorprende en su vivienda a un delincuente saqueando su patrimonio le pediría con amabilidad que se retire? ¿le aceptaría una amistosa felicitación de navidad?
Una buena parte del cambio social que requerimos para modificar los incentivos en esta ecuación es precisamente ser intolerantes con la corrupción.
Para ello es necesario ser más inteligentes como ciudadanos y equiparar a quienes nos roban el dinero público con vulgares delincuentes que nos roban el dinero privado. Después de todo es nuestro dinero, sale del mismo bolsillo.
Seguramente Juan Pardinas se encontraba festejando su cumpleaños rodeado de gente que genuinamente le ama y recibió múltiples mensajes de personas valiosas. Pero recibir una felicitación pública de alguien que no solamente se ha enriquecido, sino que es un campeón en la violación a los derechos humanos, es un descaro que no se podía dejar pasar. Es como si un secuestrador envía una felicitación a Alejandro Martí.
Así, vale la pena repetir la anécdota de aquel ex gobernador norteño que, al llegar a cenar a un restaurante, los comensales empezaron a gritarle improperios, a señalarlo de “ratero”, a pedir la cuenta y amenazar con no volver a consumir en un establecimiento donde se aceptan personas de esa calidad. El ex todopoderoso se tuvo que retirar.
¿Qué pasaría en México si nos volvemos intolerantes a los corruptos? ¿Qué pasaría si, en lugar de co-existir con ellos, les aislamos?
Ley #3de3
Precisamente el día de ayer tuvimos la visita en Hermosillo del citado Director del IMCO. Invitado por COPARMEX vino a promover la “Ley 3 de 3” de la cual hemos ya hablado en este espacio.
A nombre de un gran número de voluntarios entregamos 2 mil 500 firmas apoyando dicha iniciativa ciudadana. Esto apenas a dos semanas de esfuerzos.
La fe de las primeras 2 mil 500 personas y su esperanza de que las cosas sí pueden cambiar, se encuentran ya en la Ciudad de México… y lo que falta
Fuente: En La Lupa