Dice el viejo y conocido refrán formulado por Unamuno que “obras son amores y no buenas razones” precisamente para confirmar, más allá de la tragedia, que el amor verdadero se demuestra con hechos y no a través de las promesas. Visto así, la actual administración federal tiene claro cómo cultiva sus amores.

La siguiente semana se iniciará la discusión y votación de la Ley de Ingresos de la Federación la cual determina la recaudación y la cantidad de recursos que dispondrá el Estado para el ejercicio del presupuesto del próximo año. A partir de la propuesta que presentó el Ejecutivo, se discutirá en el Congreso la aprobación o modificación de las prioridades para el uso y destino del dinero público. Una vez más, los mayormente beneficiados serán las fuerzas armadas. No solamente se les conservarán sus jugosos fideicomisos cuyo manejo escapa al escrutinio público, sino que también y a diferencia de otras instituciones tildadas de “burocracias doradas”, reciben el elogio presidencial y la indulgencia aún en circunstancias dolorosas como en la información relacionada con el expediente abierto por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Antes de aprobar el presupuesto, quienes se dicen ser nuestros representantes deberían hacer cuentas y solicitar información sobre al menos tres de las obras emblemáticas de esta administración que están bajo responsabilidad de las fuerzas armadas y que reciben importantes sumas de dinero. Se trata de la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles. Cuando se anunció la refinería, se estableció que tendría un costo inicial de 160 mil millones de pesos. Hasta ahora se ha gastado el doble de lo presupuestado y en el paquete 2024, se prevé una inversión adicional de 170 mil millones de pesos. En el caso del Tren Maya. que ahora será administrado por el Ejército, se previó una inversión inicial de 156 mil millones de pesos. Hasta ahora, ha tenido un costo equivalente a 500 mil millones de pesos, es decir, 3.3 veces más de lo presupuestado y para el siguiente año se prevé una inversión adicional de 120 mil millones de pesos.

Para el aeropuerto Felipe Ángeles, la inversión propuesta era de 75 mil millones de pesos. Esta obra que ya fue oficialmente inaugurada ha tenido un costo dos veces mayor al presupuestado. Además, ha recibido un incremento del 79 por ciento en apoyos fiscales con un alto costo de operación.

Los informes de fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación muestran que las fuerzas armadas no se distinguen por un manejo audaz de los recursos. Por el contrario, en el caso de la Refinería Dos Bocas se han acumulado irregularidades como pago en exceso de contratos, incumplimientos que han ameritado penalizaciones y opacidad que impide la verificación del uso y destino de los recursos. En la plataforma nacional de transparencia se acumulan casi dos mil solicitudes de información cuyas respuestas, cuando no son reservadas, diluyen responsabilidades e impiden rendir cuentas sobre el manejo óptimo y eficiente de los recursos.

Sobre el Tren Maya se han acumulado más de ocho mil solicitudes de información y los informes de fiscalización realizados de manera fragmentada, ha observado el manejo del fideicomiso sin permitir el seguimiento de las observaciones inicialmente acumuladas. Finalmente, y muy a pesar del micrositio de transparencia proactiva en torno al Aeropuerto Felipe Ángeles, existen más de dos mil solicitudes de información con escasas explicaciones sobre los costos de esta obra y los contratos por adjudicación directa. Las tres obras revelan que una planeación inadecuada, opacidad y ejercicio ineficiente de recursos. Y aun así, para el “pueblo uniformado” las arcas siguen abiertas.

Fuente: El Universal