Lo que pretendo hacer hoy en Contraopacidad es una verdadera osadía y asumo las consecuencias.  Me anima la lectura de un artículo de Fernando Savater recopilado en su libro más reciente Figuraciones mías (Ariel, España 2013).

El texto en comento se titula “El poeta polivalente”.  Dice Savater que “la disposición poética de Paz fue cívica”.  Sí, se refiere a Octavio Paz sobre el que he estado escribiendo (como muchos) en esta semana desde diferentes perspectivas.  Razón que me da el filósofo español en el artículo que cito, pues afirma que “Paz fue siempre poeta, pero un poeta capaz de aplicarse a la antropología, a la observación social, a las exigencias y contradicciones de la política,…”

Por eso es que en mis lecturas de poesía, incluida la de Paz, siempre me empecino en leer o ver lo que necesito para una comprensión más profunda de las cosas.

En esa especie de locura (“pacheques” decimos coloquialmente), el ejercicio es muy sencillo.  Se trata de extraer frases de un poema que me dicen lo que quiero que me digan, aunque muy probablemente no sea esa la intención del poeta.  Y “Piedra de Sol”, quizá el poema más logrado de Paz me sirve en esta ocasión para hablar de transparencia.  Pues igual como dice Savater en el texto mencionado antes “Octavio Paz fue un educador de estilo más hondo… para hacer nuestra realidad más clara y no más borrosa”, es decir transparente, nítida.

Podemos leer entonces en ese poema alusiones a la transparencia, desde luego cuando utiliza esta palabra, pero también en elementos relacionados de alguna manera con ella, desde la primera línea, palabras por cierto que usa para terminar sin terminarlo, es decir para hacerlo circular dicen los expertos: “un sauce de cristal. Un chopo de agua,”

“…el mundo ya es visible por tu cuerpo, es transparente por tu transparencia,”  La persona amada como el cristal para ver a través de él.  “voy por las transparencias como un ciego, un reflejo me borra nazco en otro,” es decir sin ver más que a uno mismo en los otros, esa otredad que nos ayuda a darnos cuenta que somos un colectivo.  Pero el amor es la motivación de todo ello e insiste el poeta “tu falda de cristal, tu falda de agua,… abres mi pecho con tus dedos de agua, cierras mis ojos con tu boca de agua,”

El individuo que es el titular decimos de derechos como el de acceso a la información o a la protección de sus datos personales, en este poema se colectiviza “todos los nombres son un solo nombre, todos los rostros son un solo rostro, todos los siglos son un solo instante y por todos los siglos de los siglos cierra el paso al futuro un par de ojos,”

Porque ese “instante traslucido se cierra y madura…” Es “presente sin ventanas, pensamiento que vuelve, se repite, se refleja y se pierde en su misma transparencia, consciencia traspasada por un ojo que se mira mirarse hasta anegarse de claridad,”  Y eso es lo que necesitamos en México, anegarnos de claridad respecto a lo público.

Emociona el poeta y uno está atrapado en las redes de su poesía, “el mundo nace cuando dos se besan, gota de luz de entrañas transparentes…”  Pero brota rebelde la palabra inconforme con la opacidad moral: “el hijo predilecto de la iglesia que se lava la negra dentadura con el agua bendita y toma clases de inglés y democracia, las paredes invisibles, las máscaras podridas que dividen al hombre de los hombres, al hombre de sí mismo,”

Luchar por la transparencia como honestidad entonces se transfigura en poesía; “amar es combatir, es abrir puertas, dejar de ser fantasma… el mundo cambia cuando dos se miran y se reconocen,” Dejar de ser fantasmas convertirse en ciudadanos.

Pocas figuras metafóricas me inspiran tanto para estar contra la opacidad como esta: “pétalo de cristal es cada hora, el mundo se despeja de sus máscaras y en su centro, vibrante transparencia,”

Y para iniciar la vuelta al principio del poema, esto que quizá sea de lo más conocido, por citado, de Paz: “para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia, no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,”

“Piedra de sol”, de cuyos 584 endecasílabos extraigo arbitrariamente los versos anteriores, me habla de transparencia, o lo obligo que lo haga.  El poeta Octavio Paz se cuela a mi reflexión semanal sobre transparencia y aunque me desvela para escribirla me deja satisfecho de que así suceda.

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