Necesitamos transitar a una nueva generación de políticas en materia de seguridad. Lo que hemos venido haciendo huele a viejo y, sobre todo , resulta poco efectivo. En los grandes agregados hay algunas indicaciones que delitos de alto impacto se reducen. Pero en medio de dos o tres números positivos que sin duda deben reconocerse, persiste el miedo, la profunda desconfianza a las instituciones de seguridad y la expectativa latente de que en cualquier momento la violencia puede repuntar.

Nuestro modelo de seguridad vigente está agotado. Es centralista, vertical e impregnado de la disfuncionalidad de nuestro propio federalismo. Difícilmente permite la innovación, tampoco privilegia el enfoque local. Quizá lo más grave: diluye responsabilidades. Al final del día, al Presidente se le adjudica por igual la responsabilidad por un acto criminal menor que por los desgarradores asesinatos de los estudiantes en Iguala. La gran pregunta es si podemos hacer las cosas de manera distinta. Si existe la posibilidad de vencer las restricciones institucionales y materiales para plantear soluciones inscritas en nuevos modelos en donde se privilegie lo local, más específicamente, a la ciudad, y dentro de ese ámbito espacial, al ciudadano.

Con el ánimo de invitar a pensar de manera distinta, fuera de la caja como se dice, es que México Evalúa organiza un foro al que hemos llamado Estrategias locales para la reducción de la violencia urbana. Esta iniciativa está apoyada por Open Society Foundations que entre sus objetivos prioritarios está el impulsar la investigación aplicada y el intercambio de experiencias para adoptar estrategias que promuevan la reducción de la violencia y el robustecimiento de los sistemas de justicia en distintas regiones del mundo, particularmente en América Latina.

Pretendemos en el foro conjuntar visiones de los distintos actores que confluyen en la tarea de procurar seguridad. Por eso, tenemos como invitados al alcalde de la ciudad de Cali, Colombia, lo mismo que a académicos, representantes de organismos internacionales y de la sociedad civil. No habría un intercambio productivo sino se incluyera la visión de quienes han operado en terreno, de quienes están al frente de instituciones de seguridad. También contaremos con la participación de alcaldes electos, que a días o meses de iniciar sus mandatos deben preparase para enfrentar problemáticas que en algunos lugares están desbordadas, o bien se encuentran en una fase embrionaria y es oportuno atenderlas para que el crimen no llegue y tampoco se arraigue. Sin ellos este diálogo estaría incompleto y perdería su sentido. No queremos una discusión que se guarde en un anaquel.

La visión que anima este foro es positiva. En el marco de este diálogo, México Evalúa presentará los hallazgos de un estudio reciente que busca ofrecer una taxonomía de la violencia urbana. Una clasificación que nos permita identificar particularidades. Porque no todo el país está en llamas. Por el contrario, son muchas más las ciudades que gozan de una relativa tranquilidad. Y otras más presentan perfiles de violencia que poco tienen que ver con el crimen organizado. Es una violencia que tiene otros orígenes y debemos atender ya. Esta clasificación de la violencia urbana nos invita a pensar en respuestas diferenciadas, en trajes hechos a la medida. En políticas de seguridad de segunda generación.

La gran pregunta es si contamos con los elementos para dar pie a intervenciones diferenciadas. Tenemos muchos años pensando a la seguridad como insertos en un paradigma un tanto centralizador. Es la herencia institucional e ideológica que no hemos podido superar. Porque todos los instrumentos están hechos para servir a ese modelo. Por eso puede sonar temerario, o acaso ingenuo, proponer soltar algunos hilos a los actores locales. Pero si revisamos nuestra propia trayectoria, sobre todo la de los últimos años, podemos constatar que nuestros casos de éxito han tenido una respuesta articulada desde lo local.

Ojalá que este foro permita un diálogo constructivo. Ofrezca algunos elementos para la reflexión que puedan ser útiles para construir lo que sigue en este ámbito. Porque de algo estoy cierta, estamos tocando los límites con nuestro modelo vigente.

Apenas ayer se celebró una nueva sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública.  Reconozco la importancia de lo que ahí se acordó, como he aplaudido acuerdos suscritos en el pasado. El problema es que la realidad no cambia, o lo hace a paso muy lento,  y los acuerdos no se cumplen o se avanzan sólo parcialmente. El modelo no jala. Es tiempo de ajustar.

Fuente: Excélsior