¿Cómo llegan los programas sociales de los estados con proceso electoral?
El proceso electoral llegó y mucho se ha hablado del [...]
El proceso electoral llegó y mucho se ha hablado del [...]
El escándalo de la utilización de programas sociales con fines [...]
Representantes del gobierno federal, así como de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD) acordaron, en el marco del Pacto por México, acciones para blindar el proceso electoral.
En los últimos días, la prensa crítica y un grupo cada vez más amplio de organizaciones sociales se han ocupado de llamar nuestra atención sobre la falta de información completa, confiable y precisa sobre las candidaturas que, además de la presidencial, votaremos el próximo 1 de julio.
Algunos de los analistas que opinaron sobre el primer debate presidencial de 2012, lo catalogaron como una serie de mensajes complejos, digeribles sólo por la población politizada, donde prevalecieron los ataques sobre las propuestas.
Para que las propuestas de campaña sean valoradas con un método más o menos aceptable, la Fundación Ethos y Lupa Ciudadana invitaron a grupos de entre 5 a 7 especialistas a calificar las plataformas de cada aspirante a la Presidencia de la República.
Para toda una generación, tener elecciones limpias y honestas, capaces de reproducir con fidelidad la voluntad política de los ciudadanos y de organizar distintas opciones partidarias como expresión de la pluralidad social, representó una causa común y, en algunos casos, un sueño y aun una vocación.
Aunque nunca consiguió instalarse como una teoría política acabada, es innegable que la idea de la transición democrática influyó mucho en los cambios que vivió buena parte del planeta hacia el final del siglo XX.
En el acelerado primer año de la alternancia en Oaxaca, las altas expectativas creadas para que ésta se convirtiera en una transición democrática se han visto frustradas. Las inercias autoritarias, la antidemocrática cultura política de los distintos actores de la escena oaxaqueña, han devenido en un sui géneris bonapartismo, alentado por los otrora principales impulsores del cambio político.
Varias veces había leído y escuchado que Enrique Peña Nieto no hacía más que repetir palabras de otros y leer notas previamente redactadas.